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- Los ojos del recepcionista casi se salen de sus cuencas cuando pagó el precio de la habitación con un gordo rubí en bruto. Así, salieron de la posada y se encaminaron por las calles siguiendo al bullicio matutino, que seguro iba al mercado. Aunque momentos antes había sonreído y conservaba un aparente buen humor, en realidad sus zancadas eran rápidas, severas, y entró a la primera armería decente que pudo encontrar. La razón por la cual estaba armándose era para prepararse para lo que vería, y para no cometer de nuevo el msimo error al dejar morir a su Princesa. -
 
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SW-User
-le golpea la cabeza suavemente con su mano en forma de regaño- Confía en mi, se a donde vamos, bueno, esto lo sabe. Allá a donde vaya el chico será nuestro norte -sus ojos se fijan en aquella iglesia, emocionandose un poco- debe estar ahí
 
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