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—Dale esto. Dile que se pondrá bien, que será intervenido por la mañana.

Kal'tsit regresó a su oficina. Ptilopsis lo sabía, pero obedeció ciegamente. Las píldoras no eran más que placebos. Ese Lupo orgulloso herido en batalla no volvería a ver la luz del día... ¿Podía tratarlo? Quizás. ¿Podía salvarlo? Quizás. Pero era una pérdida innecesaria de recursos. Una decisión que nadie más que ella podría tomar.
 

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