Tomó la taza de café entre sus manos y levantó su mirada hacia la felina. Frunció ligeramente el ceño y dió un trago buscando un poco de calma en la bebida, aunque entre tanta tensión resultaba casi imposible.
—W se ha comportado y ha cooperado. Merece una oportunidad como todos los demás. Si algo sale mal yo seré responsable pero mientras tanto mi decisión es definitiva. - No titubeo a la hora de dar su respuesta, enderezó su postura y suspiró.
-No enviaré a nadie a Kazimierz. -

Entrecerró los ojos. Sabía que esa sería su respuesta. ¿Por qué había cambiado tanto? No tenía claro hasta donde su "nueva personalidad" sería un problema. La Doctora que conocía no habría titubeado para deshacerse de ese monstruo en el que en el fondo debía saber no se podía confiar.

—Entonces, es como si hubieses adoptado un perro rabioso del que ya te encariñaste.— Tomó el café que le pertenecía a la doctora, con bastante leche y azúcar, y se lo ofreció. —¿Crees que después de todo lo que ha hecho, W se merece alguna clase de respuesta? ¿O alguna clase de consideración? Te está viendo la cara de idiota.

Apretó sus labios ligeramente, sabía que ese tema saldría a flote tarde o temprano por lo que asumiendo la responsabilidad de su decisión retiro su capucha. Fijó su mirada en los movimientos de la felina y se acercó a una silla en dónde tomo asiento, se inclinó lo suficiente para apoyar sus antebrazos sobre sus piernas y cerrando una mano sobre la otra al final apoyó su mentón. —Porque al igual que nosotros, busca respuestas acerca de Theresa. Ha sido de ayuda y creo que estoy entendiendola un poco mejor. Además la hemos mantenido vigilada. -

—W.— Dijo sin rodeos. Aún no entendía como era que había terminado llevándola a Rhodes Island dado su turbio pasado, su presencia quizás le incomodaba incluso más que la de la doctora. —Es un peligro para nuestra farmacéutica y para todos quienes confían estar en un oasis seguro.— Se dirigió una pequeña mesa, con lo necesario para preparar café, y tomó dos tazas. Eran peligrosas las cantidades de café que la felina bebía, más no era como si tuviera mucho que perder.

—Suficiente tenemos con lidiar con los detalles de nuestro siguiente movimiento, sabes que debemos trasladar la isla, y ella solo complica las cosas. Además... ¿Quién te asegura que no sigue dándole información al mejor postor?— Comenzó a preparar ambas bebidas, sabía exactamente como le gustaba el café a esa mujer que todo el tiempo permanecía oculta. —Tienes que enviarla a Kazimierz. Con suerte tal vez muera.

No escatimaba en soltar sus palabras llenas de rencor, su uniforme ayudaba a mantener siempre oculta su expresión y esque aunque no fuera capaz de recordar de cierta manera resultaba realmente doloroso.
—¿Que asunto es ese, Doctora?- era lo más respetuosa posible a pesar de la negativa actitud de la albina hacia ella, sentía como si le hubiese hecho un gran daño. Pero esos sentimientos no tenían ninguna prioridad, en realidad no importaban. Rhodes se encontraba en un punto crítico que debía ser atacado y era esa la razón por la cual ahora trabajaban de la mano. A pesar de las diferencias.

—Eran buenos.— En su mirada había resentimiento, no escatimaba en hacerle saber las emociones negativas que su presencia le provocaba, pero debían trabajar juntas por el bien de Rhodes, del sueño de Theresa. Soltó un pequeño suspiro y bajó su vista hacia el archivo, pasando las hojas una tras otra, simplemente se aseguró de que todo estuviera en orden.

—Bien.— Cerró la carpeta y se dirigió al mueble que usaban para archivar la copia física de todos los documentos importantes. —Pero hay otro asunto que quisiera tratar contigo, aprovechando que estás aquí.

Kal'tsit era siempre fría y directa, contrastaba mucho con la apacible personalidad de la estratega. Suspiró pesadamente y extendió el reporte a la doctora. —Buenos días, eso habría Sido suficiente. - cada vez que se encontraban la tensión era evidente, cada vez que había una conversación entre ellas algo salía mal y Kal'tsit se alejaba molesta sin dar explicaciones. En verdad quería entender que era lo que sucedía.

—Esperaba que enviaras el reporte de la misión, como siempre, no que vinieras a darlo tú misma.— Dijo, hostil, como era desde que habían encontrado de nuevo a la estratega que durante muchos años dirigió Rhodes Island a su lado. Había cambiado, ya no era ella misma, aunque sabía que ahí, muy dentro de su memoria, estaban todos esos recuerdos turbios, que un día tendrían que salir a la luz.

Le había llamado pero una vez que tuvo su atención se quedó sin palabras. Bajó la mano que intento alcanzarla y desvió la mirada apretando ligeramente su puño. Quería recordar, realmente hacia un esfuerzo pero la amnesia no cedería bajo ningúna circunstancia.