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—Falta poco, no te muevas. Ya casi termino...
 
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A diferencia de lo que ocurría en el pasado, cuando transcurría días en su época natal, aquella última ocasión que InuYasha relataba, ella se había mantenido lejos de él para hacer una entrega de hierbas medicinales a la aldea vecina. Dos días habían sido necesarios para la ida y vuelta debido a una inesperada tormenta que azotó sobre su camino. En ningún momento sopesó la posibilidad de que InuYasha pudiera acabar así, tan malherido por un enfrentamiento.

InuYasha, ¿recuerdas lo que hablamos? Me refiero a aquello de... volver a intentar cruzar el pozo... —una pequeña pausa sacudió el malestar que había apresado su voz para teñirla de una nueva convicción—: No quiero hacerlo.
De un brinco sus manos se alejaron por un segundo de su cuerpo, temiendo haberle hecho algún daño extra. Sabía que estaba siendo quisquilloso, quizá más de lo normal, pero esa misma razón la impulsaba inconscientemente a ser más suave en su cuidado.

Apartando la larga cortina de cabello plateado, se desplazó sobre sus rodillas tomando completa visión de la espalda del albino. Allí, la imagen de su piel al descubierto la sobrecogió profundamente... Magulladuras, varios arañazos y un corte que se veía bastante mal. Tragó saliva y sus dedos recorrieron aquella zona maltratada con una caricia.

Lo lamento... —murmuró con la voz afectada. No era la primera vez que InuYasha perdía la concentración en un combate debido a su ausencia. Tal vez, tal y como él lo declaraba, la culpa sólo era suya. [...]
User1576008 · 26-30, M
¿POR QUÉ LAS VIEJAS DE LA ALDEA DIJERON QUE NO PUEDO CASARME ASÍ? —cuestionó en voz muy alta, profundamente molesto con las susodichas—. ¿Acaso no saben que mi cuerpo es más resistente? Mañana estaré como si nada... ¡Eso duele! —cerró un ojo, apretando mucho los dientes. Dramatizaba todo en esos momentos que más requería de sus atenciones y no precisamente porque las heridas dolieran tanto como profesaba.

...

Un monstruo me atacó con veneno y me cegó por unos minutos. Antes de que pudiera reaccionar me atacaron entre varios —desvió la mirada y disminuyó la altanería en su voz, discretamente buscando juntar más su cuerpo al de su prometida—. Sango y Miroku llegaron después, cuando ya casi terminaba con ellos.
Torció los labios en una pequeña mueca que desafió sus reproches.
La exageración con la que InuYasha se manifestaba no era una sorpresa. Ella bien sabía qué sentimientos subyacían bajo todo ese orgullo -incluso si sólo la culpaba-, pero aún así, en un momento como ese, discutir no era algo que quisiera prolongar por mucho más; él estaba herido y sus quejas no estaban haciéndole la labor más sencilla.

Sólo han sido dos días —se defendió, recortando otro trocito de gasa para adherirla a su piel con dedicada parsimonia—. ¿Se puede saber cómo has acabado así? —en tan sólo dos días de ausencia su futuro esposo se había convertido en un colador. [?]

User1576008 · 26-30, M
¡Antes no me dolía tanto!refunfuñó, exagerando una expresión de dolor. Era reconfortante sentir el aroma de la sacerdotisa, su tacto, su presencia. ¡Si no hubieras tardado tanto en llegar nada de esto hubiera pasado!mentía, por supuesto. En brazos de Kagome se convertía en un cachorro malcríado, si tuviera la forma de un perro en ese momento, el movimiento de su cola delataría la felicidad de estar con ella.

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