KaeyaAlberich

Aun a pesar de todos los comentarios del peliazul, Diluc se detuvo de girarse. No pensaba darle la satisfacción. — Basta. Si he decidido trabajar por mi cuenta es asunto mío. No puedo con la ineptitud de los Caballeros de Favonius, y el que Varka se haya retirado, no significa que el trabajo para que Mondstadt este seguro también se haya ausentado. — La molestia era perceptible a simple vista. Era justamente la comodidad que había tomado el personal de los caballeros, que llegaban a descuidar en mas de una ocasión sus deberes, y eso era algo que Diluc no podía permitir. Alguien debía tomar cartas en el asunto.
Kaeya, por otro lado, se veía tan... fresco y relajado. Aún así, ¿qué tanto de esa actitud era real? Después de todo lo que habían pasado juntos, y separados, por más que quisiera volver a confiar en quien alguna vez fue su hermano, no podía. — Y no quieras tergiversar mis palabras, no digo que Jean este haciendo un mal trabajo, es su personal. Ella no puede hacer todo, por más que ella quisiera. — Exclamó esto último porque ya conocía al peliazul. Siempre buscaba tirar comentarios provocativos, o leyendo entrelineas para sacar información cómo pudiera. Si alguien que no supiera la historia de ambos los pudiera ver en este instante, estaría seguro que este par jamás se habían llevado bien. ¿Era acaso ya un lazo irreparable? La perspectiva de ambos varones parecía chocar al momento de tratarse sobre la responsabilidad que cargaban los caballeros de aquella ciudad.