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Las únicas opciones que tenían era moverse de Isla a Isla, hasta encontrarse con Razor o Albedo, o permanecer en el mismo lugar las horas que fuesen necesarias hasta que tarde o temprano regresaran siguiendo sus propios instintos e impulsos. Una idea aceptable, considerando que Albedo conocía su ubicación y la nariz de Razor podría detectar el aroma a uva en cualquiera de los dos; en Diluc por los viñedos y en Kaeya por el alcohol ingerido de la noche anterior, o quizá de esa copa que se había tomado en la mañana para acompañar el desayuno. Quién sabía.

La insistencia, la disparidad de ideas y los problemas que acarreaban de años atrás, hacían insostenible una conversación que no terminara en una discusión entre los dos. Y la mejor opción siempre era, seguir lo que el corazón dictaba.

[ V ]
 
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