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Las únicas opciones que tenían era moverse de Isla a Isla, hasta encontrarse con Razor o Albedo, o permanecer en el mismo lugar las horas que fuesen necesarias hasta que tarde o temprano regresaran siguiendo sus propios instintos e impulsos. Una idea aceptable, considerando que Albedo conocía su ubicación y la nariz de Razor podría detectar el aroma a uva en cualquiera de los dos; en Diluc por los viñedos y en Kaeya por el alcohol ingerido de la noche anterior, o quizá de esa copa que se había tomado en la mañana para acompañar el desayuno. Quién sabía.

La insistencia, la disparidad de ideas y los problemas que acarreaban de años atrás, hacían insostenible una conversación que no terminara en una discusión entre los dos. Y la mejor opción siempre era, seguir lo que el corazón dictaba.

[ V ]
Así pues, solo quedaban ellos dos y, sinceramente, la atmósfera era tan incómoda que ni el hacha de un mitachurl o el puñetazo de un lawachurl sería capaz de resquebrajar, siquiera un poco, esa muralla que existía entre los dos. Al final, ¿qué más daba? Tenían que buscar, cuando menos, a Razor para no dejarlo solo y perdido entre las diversas islas del archipiélago. Albedo era listo, cuando se aburriera de explorar, lo que sea que llamase su atención, encontraría la forma de sobrevivir y reunirse con el grupo después. El tema con Razor era diferente, demasiado diferente ¿cómo iban a explicarle a Klee que habían perdido a su mejor amigo y que ninguno de los tres había tenido la menor intención, que no era cierto, por detenerlo de cometer una locura?

La sola idea de pensar en los ojos tristes de Klee, era suficiente para encontrar el modo de darle solución a ese problema. Pero había otro... La disparidad de ideas que Kaeya tenía con Diluc y viceversa.

[ IV ]
El único problema era, quizá, tener que tragarse el mal humor de Diluc desde que los cuatro -Razor, Albedo, Diluc y él- se habían separado a instantes antes de aterrizar, pacíficamente, gracias a los servicios de transporte del dragón Dvalin. Pero, venga, ¿quién podía advertir que Razor tendría la valentía, o la inocencia absurda, de lanzarse desde la espalda de un dragón en movimiento que volaba a varios metros de altura? Nadie. Siquiera el jefe de alquimistas, con todos sus estudios, análisis y descubrimientos, era capaz de hacerlo.

Y lo peor de todo era, que cuando pretendían reunirse los tres restantes para pensar una estrategia de búsqueda para su compañero desaparecido, a Albedo se le hubiese ocurrido la brillante idea de desaparecer sin siquiera decir adiós. ¿Quién podía culparlo? Albedo no tenía demasiado tacto y sus investigaciones SIEMPRE iban primero que todo lo demás.

[ III ]
Pero no todo era tan malo, en realidad... Había sido mejor de lo que podía esperar. No solo tenía tiempo libre de sus responsabilidades, también podía compartir tiempo con los demás de una manera no tan profesional. Y ayudar a Klee a reunir conchas de mar, hongos marinos y colas de lagarto para repartirle a todos sus amigos que se habían quedado en Mondstadt no era tan malo, por el contrario, siempre era grato compartir su tiempo con la caballera chispeante.

Aunque, muy en el fondo, sabía que existía más que solo la diversión de pasar unas buenas vacaciones, casi forzadas por el ingenio de Alice, pues era imposible no recordar momentos de su infancia cuando visitó, quizá por primera vez en sus recuerdos, una costa tan maravillosa, como esa que estaba a unos cuantos metros del Viñedo del Amanecer; sí, quizás el archipiélago era mucho más fascinante que los lagos, pero los recuerdos que permanecían en su infancia los atesoraba mucho más al rememorarlos.

[ II ]
Ciertamente aquellas vacaciones habían sido una maravilla.

No solo se había dado el tiempo de descansar de los deberes como miembro de Ordo Favonius, también dejaba detrás todas las preocupaciones de tener que cuidar de Mondstatd cuando Lisa se encargaba de ello perfectamente. Además, siendo honestos, ¿qué podría suceder mientras que la mayoría estaba fuera? Nada, absolutamente nada que Lisa y Amber, junto con los demás miembros que permanecían en la sede, no pudieran resolver por sus medios.

La carta que había recibido, y por la cuál se encontraba en el paraíso que era el Archipiélago Manzana Dorada, distaba mucho de la realidad. Por desgracia, ni un solo cofre o tesoros interesantes se podían avistar con facilidad y casi podía estar seguro que, todos aquellos que existieran, antes Lumine y Paimon los habían tomado con esa magnífica nariz para las moras que la pequeña guía tenía.

[ I ]
Go see the world 'cause it's all so brand new. Don't close your eyes 'cause your future's ready to shine, It's just a matter of time, before we learn how to fly.

It's been fun but now I've got to go. Life it way too short to take it slow but before I go and hit the road I gotta know, 'til then, when can we do this again?
I gotta know, when can I see you again?


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