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| Rol con Aethercito. |
 
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impactsoul · M
Lo siento...a todos los que me han ayudado también, a ti que estás aquí para mi. Todo este tiempo solo he estado aferrándome a la más mínima posibilidad. Solo quiero ver su cara de nuevo para saber que todo vale la pena.

Sus manos escondían su rostro mientras intentaban deshacerse del rastro de sus lagrimas que no cesaban y hacían que Aether hablara entre sollozos que no estaba seguro si dejaban que sus palabras fueran comprensibles.
impactsoul · M
Aun así, sigo en el mismo punto, a pesar de todos mis esfuerzos, de todo lo que he logrado hasta ahora ella…mi hermana sigue desaparecida y me frustra pensar que estoy aquí riendo y conviviendo, respirando y alegrándome de una vida que no comparto con ella.

Aunque buscaba sentir liviandad en su cuerpo aún enterraba muchas cosas dentro de si mismo, sus hombros pesaban y sus ojos habían comenzado a humedecer la tela de sus pantalones lo cual le obligo a dejar de resguardarse en su regazo para limpiarse las lágrimas que ahora rodaban por sus mejillas de forma incontrolable, como si fuera un niño pequeño al que le hubieran robado su juguete más preciado. No estaba orgulloso de su proceder, incluso ahora estaba siendo patético al lado de alguien en quien realmente deseaba confiar.
impactsoul · M
Todos tenemos una historia que no sabemos si podemos contar a los demás. Secretos que se revelan a medias por conveniencia. Para que los demás confíen en tu palabra. He estado bastante tiempo usando sus recursos, dejando que ustedes me usen como su arma para mi propio beneficio. Quizá suene muy crudo pero en este justo instante hay muchas cosas que me hacen pensar de esta manera y no ser el Aether, bondadoso y servicial que todos en Mondstadt conocen.

No podía mirar a Kaeya a los ojos, por eso aún seguía escondido con la cara contra las rodillas. Una parte de él quería que todo lo que había dicho se borrara de la memoria del peliazul aunque la otra quería seguirse expresando, quería sacar eso que se había guardado por tanto tiempo.
impactsoul · M
No estás equivocado aunque yo no soy el que está perdido… Si quisiera, si realmente lo intentara, me pregunto si puedo lograr deshacerme de estos pensamientos.

Cerró los ojos, preguntándose también si realmente debía contárselo a alguien, si debía confiar lo suficiente como para admitir que sentía una culpa que lo llenaba de agonía. El tiempo transcurría cada vez más deprisa y el seguía en el mismo lugar como si estuviera a punto de llegar a su objetivo pero que este al mismo tiempo se estuviera escondiendo, de alguna manera después de todo lo acontecido no le quedaban dudas de ello. Su hermana había estado a la distancia, observándolo en más de una ocasión y aún así no le había permitido acercarse.
Te he observado un par de veces mientras recorres la ciudad de un lado para otro y, aunque siempre pareces enfocado en tu deber, por momentos pareces perdido. ¿Está todo bien?
[...] Como si, al igual que cualquier día, estuviera en la sede de los caballeros descansando sobre alguno de los sofá en las habitaciones mientras que leía un informe, acompañaba a la caballero chispeante o solo mataba el tiempo mientras que sus informantes reunían los datos que necesitaba o que surgiera alguna tarea de su mero interés personal. Fue así que terminó por juntar sus manos y dejó que la unión de éstas descansara sobre su abdomen, donde pareció aún más relajado que antes para, así con calma, lanzar el anzuelo para que su pequeña presa picara. Aprovechar el tiempo a solas que tendría con él, sin dudas le sería de utilidad para comprender las líneas sueltas en sus conocimientos.

Puedes decírmelo sin preocuparte. Paimon no está, así que tu secreto estaría a salvo, lo que digas mientras estemos aquí, se quedará aquí para siempre. —Habló con calma, una que reflejó serenidad en el tono de voz cómplice que empleó para el viajero.
[...] su ceja izquierda no tardó demasiado en levantarse pintando cierta incredulidad en su rostro. —Lamento decepcionarte, pero mis motivos son secretos, pero... Me siento halagado de que el Caballero Honorario me encuentre admirable, aunque podría decirse que el sentimiento es mutuo. Después de todo, fuiste tú quien hizo el trabajo más duro para liberar a Mondstadt de una terrible tormenta. Aunque a veces pareces sumido en una, viajero. —Murmuró con seguridad, con una sorna que pretendió llevar más de un sentido en sus palabras, incluso fue allí que se acercó un poco más, dejando que sus manos acomodaran un poco mejor la parte esponjosa de la capa con tal de cubrirlo adecuadamente.

La temperatura bajaba, pero no quedaba nada más que esperar hasta que el equipo de rescate hiciera lo suyo. Una vez lo ordenó, regresó a su posición original y apoyó la cabeza contra la fría pared de rocas, bajó el párpado de su único ojo visible y mantuvo la sonrisa en sus labios [...]
[...] Algún corto circuito o hubiese escuchado algo imposible de creer. Más de una vez había recibido esa clase de agradecimientos y elogios de parte de algunos caballeros que se encontraban bajo sus órdenes, pero en este caso era diferente, al menos así lo sentía porque debía admitir que, su compañía durante las encomiendas, las hacía más llevaderas y placenteras para él. Porque Paimon y Aether siempre tenían planes útiles o resultaban ser fáciles de predecir para lograr las labores, en secreto, que él deseaba. Pero realmente había pasado tiempo desde la última vez que se sintiera de esa manera, probablemente, desde sus primeros días como integrante de Ordo Favonius.

¿Realmente me veo como la persona que deseé llevarse todo el crédito? —Inquirió mientras que trataba de controlar esa pequeña risa, algo nerviosa y jocosa, que se hizo presente entre sus palabras. Tuvo que girarse un poco en ese momento para mirarlo mejor, una sonrisa terminó adornando sus labios, aun
[...] De veces, por lo tonto que su respuesta llegó a parecerle, y con la mano derecha le dio un par de palmadas sobre la cabeza hasta que terminó por revolver, sin exagerar, el rubio cabello.— Aunque tienes suerte de no tener que hacer esos tediosos y larguísimos informes de misiones.

Un ligero movimiento de su mano derecha, cuando la apartó de la cabeza de Aether, le sirvió para tratar de hacer menos sus palabras, no porque fuesen alguna mentira, sino porque dentro de ellas existía verdad. Siempre tenía un plan para alejar a las personas mientras que él se encargaba de otras investigaciones o limpiar cualquier rastro de su presencia, pero quizás el viajero comenzaba a prestarle más detalle a esa particularidad que los demás solían ignorar. Tanto que, cuando estuvo por reírse de sus alocadas conclusiones, terminó por guardar silencio y observarlo con una curiosidad auténtica que hizo brillar su pupila. Era como si algo dentro de Kaeya hubiese generado algún [...]
Realmente podría ser peor, al menos ninguno resultó herido. Tenemos tiempo para nosotros, acabamos con el campamento de esos hilichurls y Paimon obtendrá unos platos deliciosos de Sara por mí. —Sus hombros se movieron con gracia al ritmo de su risa, esa que tenía intención de ser contagiosa, pero sin llegar a ser demasiado alta o realmente un motivo que causara risa. Solo que conservar los ánimos elevados podía ser la mejor opción para que su compañero no sintiera pesado el tiempo.— Conociendo a los ciudadanos de Mondstatd, probablemente Príncipe se perdió de nuevo, alguien necesite revisar su cálculo de impuestos o los hilichurls no se rinden, nada que Jean no pueda controlar.—Aquel fue el escenario que recreó su mente basándose en las peticiones que consideraba más comunes o recurrentes, al menos, no era nada que fuese una cuestión de vida o muerte que requiriera la presencia urgente del Caballero Honorario o el Capitán de Caballería. Negó un par [...]

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