Escuchó con atención, al menos lo aparentó hasta que un largo suspiro rompió con ese semblante serio que la situación merecía. Negó un par de veces con la cabeza y centró la visión de su ojo sobre él tras haber curvado un poco los labios hacia abajo. Una mueca de inconformidad, pero que también reflejaba la indiferencia que le causaba ahondar en temas innecesarios. Por ahora.

— Deberías mirar un poco más allá de tu nariz alguna vez. Hay gran cantidad de caballeros y ciudadanos que admiran al maestro Diluc. Podrías preguntarle a ellos qué es eso en ti que llama tanto su atención. —Ladeó la cabeza un poco, y se permitió mover su mano en un ademán desinteresado, hasta que volvió a apoyar su mejilla contra los nudillos.— Quizá puedas ver algo distinto; en fiiiiin. No hay mucho qué hacerle.

Le había dirigido una miradita extraña con desconfianza cuando mencionó a su propia persona. Lo de Jean podía entenderlo … a medias. Pero lo de él mismo, era tirar de una realidad inexistente por las orejas.

—¿Crees que mi vida tiene algo para envidiar? … —los eternamente cruzados brazos en cruz se aflojaron, pasando una a su cadera. —Lo que yo he visto, algunas veces, créeme que no se lo deseo ni a mi peor enemigo.

¿Como ver a su padre morir delante de sus ojos, por ejemplo?

— ¿Mi manera de ser? —Inquirió, mas una risa no tardó en salirse, dejando que ésta muriera cuando negó. Así, dejó esa animada sonrisa en sus labios.[/c]— Tal vez sea peculiar, aunque no tiene nada que envidiar si se compara, por ejemplo, con... —Con la diestra se acarició el mentón dando a entender su profunda, pero nula reflexión.— Con la Gran Maestra Intendente o contigo.

—Digamos que tu… “manera de ser” siempre me llamó la atención, Don Caballero.

— Parece que alguien no es capaz de detectar el sarcasmo taaan fácilmente; quizá deberías salir más. Pero vamos, debe existir una razón para tu curiosidad, cuéntame.

—Solo he preguntado…

— No. Temo que no. ¿Tan molesta es?

—¿No hay nada que te borre esa sonrisita?