[code]JAJAJA. Te equivocas, Kanroji. Todos están a salvo porque ambos hicimos un buen trabajo. Yo no podría haber detenido a tantos demonios solo, pero te tuve a ti para ayudarme. Así que ambos merecemos esta victoria.
Finalizó y sus labios rápidamente adquirieron esa curvatura usual que parecía irradiar la misma intensidad de calidez que el mismo sol situado sobre sus cabezas. Ya no había necesidad de continuar ahí, así que comenzó a caminar sin titubeos hacía el horizonte que tanto veía con esa mirada completamente firme.
UMU. Todo suena delicioso.
Su paso era lento, casi pausado, pero era para estabilizar su caminata con la de su compañera. Su diferencia de alturas era considerable, y así mismo, el tamaño de las piernas. Por esa razón caminaba más lento de lo normal, así ambos podían estar un costado del otro y disfrutar de las conversaciones que tendrían en su camino de vuelta.[/code]
Si Sanemi hubiera estado cerca la habría regañado sin duda alguna por dar explicaciones tan infantiles. El kakushi volvió a preguntar si ella tenía conocimiento de más personas heridas a lo que Kanroji se ruborizó por no haberse dado a entender.
Etto... no hubo tantos heridos... creo que todos han sido rescatados ya... ¡muchas gracias por su arduo trabajo!
Dobló su espalda para hacer una reverencia y esto hizo que todos desviarán la mirada para no ver su uniforme, demasiado escotado. La voz masculina la obligó a enderezarse a toda velocidad por la sorpresa que le produjo su repentina aparición, más al verlo en perfecto estado todos sus nervios desaparecieron.
Tanteo sus trenzas descubriendo que tenía algunos mechones de cabello arruinando la perfecta estructura que había logrado conseguir en la mañana antes de partir de su finca.
¿Cómo no lo vi antes...?
Hizo un berrinche apretando los labios e inflando sus mejillas hasta que fue interrumpida por uno de los auxiliares que Rengoku había encomendado a ayudar a los civiles, como si también esperarán órdenes de ella. Pensó por un segundo y luego señaló diferentes direcciones, todas al azar.
¡Los demonios hicieron crash pum! y luego hubo una gran onda de viento que nos lanzó a todos hacía... ¡allá, y allá y allá! Fue terrible pero Rengoku-san se aseguró de que nadie saliera herido fue tan heróico e impresionante ¡debieron estar ahí!
Sus manos se cruzaron a modo de oración debajo de su mentón, reflejándose soñadora delate de todos los presentes que porsupuesto la miraron intentando contenerse la risa.
Dejando de lado las pequeñas aberturas sobre la tela, estaba totalmente presentable. Así mismo, su compañera se veía en buen estado y eso le hizo reír un poco. No sabría decir el porqué con seguridad, pero sin duda se debía a que ambos seguían vivos.[/code]
[code] Sabía dónde se resguardaba cada persona, por lo que fue sencillo dar con ellos al ser abrigados por la luz solar de un nuevo día.
Ahí hay tres personas. Vayan rápido, por favor. Hay un niño entre ellos. Y...
Se vio interrumpido cuando escuchó esa suave y melódica voz que le hizo sonreír aún más, pero no desvió la mirada. Continuó comandando hasta que todos los civiles estuvieran en buenas manos y vieran que la humanidad jamás se rendiría contra los demonios, no mientras ellos estuvieran ahí.
UMU! He terminado lo más importante. Ya puedo ir tranquilo a limpiarme.
Respondió con velocidad, expulsando aire por la nariz al tener finalmente un momento de tranquilidad. Así como su compañera hizo, él también entraría a una de las cabañas. Su aseo fue más rápido, limpiando su rostro, brazos y torso con cuidado para quedar completamente impecable; digno de ser el pilar de fuego. [/code]
[code]Asintió cuando su compañera se retiraba para terminar cruzándose de brazos, aún sin borrar esa apacible sonrisa que tanto lo definía. No podía perder ese ardiente espíritu porque aún quedaba el hecho de comandar a los kakushi para que atendieran a los civiles que se vieron comprometidos en la sanguinaria batalla, pero por suerte no hubo bajas en las filas humanas. Ambos pilares habían hecho su trabajo a la perfección como para celebrarlo más tarde. De momento, las heridas que portaba con orgullo eran simples cortadas y pequeños hematomas situadas en lo largo de los brazos. Nada grave que pudiera poner su salud en peligro, así que esperó manteniendo la mirada centrada en el horizonte.
Se habría perdido en las vistas, pero llegaron sus camaradas del Cuerpo. Como si el liderazgo lo llevara en sus venas, ordenó y ejecutó todo un proceso que no duró más allá de diez minutos. [/code]
Las perlas verdosas bajaron lentamente hacia su indumentaria, como quien no desea afrontar la realidad de que, tal como se lo acababan de decir, estaba totalmente sucia.
La batalla había sido complicada aún contando con su fuerza monstruosa y la habilidad del pilar de la flama, los incontables raspones, moretones y desgarres en su ropa lo dejaban bastante claro. Si alguno de los otros pilares la llegaba a ver en ese estado se iba a morir de la vergüenza por eso no objeto su propuesta y se acercó a una de las cabañas que quedaban en pie luego del desastre.
¡Shitsurei shimasu! Voy a pasar...
En la vivienda fue bien recibida, al menos quería limpiarse la sangre del rostro y no le negaron ese favor como agradecimiento por el trabajo bien realizado que en su mayoría fue todo gracias a Rengoku, ella seguía siendo muy torpe para algunas cosas.
[code]Su mirada, que yacía en el magnifico horizonte, se dirigió hacía ella y ahora la sonrisa que mantenía en su semblante fue ofrecida.
UMU! Más razones para que tú uses ese pañuelo. Así que no seas tímida y ve a limpiarte antes de que los kakushi lleguen.
Respondió inmediato, con esa voz vibrante y firme. De manera indirecta advirtió que ella se encontraba con el mismo problema. Siendo sus ojos los que reflejaban esa pequeña preocupación por su compañera, así que eso serviría posiblemente como sentencia a declinar por todo lo que le habían ofrecido. Aún así, lo apreciaba bastante y exteriorizó este sentimiento al dar unas pequeñas palmadas sobre la cabeza ajena con el interior de su capa para no ensuciar.[/code]
