About Me About Me Notes
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*lo reataba a un duelo * o0o *le soltaba golpecitos*
*llegaba con nuevos materiales tomados ,todos de rango sss* owo .... *se los tiraba a sus pies*
*sacaba sus dos espadas de madera y lo retaba a un duelo * o0o ....
Asuna · F
—Nada me hace más feliz que estar a tu lado... Felices cuatro meses, Kirito-kun. ♡
Asuna · F
Asuna thinks you are Adventurous.
Asuna · F
Tras el feroz encuentro con… ¡lo que sea que haya sido todo eso! (aún no era capaz de comprender la naturaleza de lo ocurrido), el instante en el que el azabache la recibió entre sus brazos se había vuelto su zona segura. La amabilidad de sus caricias, toda su calidez, le habían arrancado un suspiro de alivio inmediato. Era real. Estaba allí; ambos lo estaban y no necesitaba más que aquella promesa de un nuevo comienzo juntos. Después de todo… él era su sueño dentro de la pesadilla, su luz de esperanza dentro de un mundo plagado de cosas horrendas.
Se separó tan sólo lo necesario al oírle mencionar una vez más el cofre que aún yacía cercano a ellos, esperando ser inspeccionado por unos ojos curiosos o el primer intrépido en dar el paso. De nuevo la realidad reclamaba su -no tan justa- dosis de atención, obligándolos a pausar su momento.
—Creo que podría serlo… —se aventuró ella también a teorizar. Pues sí, desde luego que parecía una trampa—. Kirito-kun, dime, ¿por qué somos los únicos aquí? —era un hecho que le había inquietado desde que habían arribado a la ruinosa ciudad de Karluin—. ¿Por qué no hay otras personas persiguiendo el evento? —temía decirlo en voz alta y que sus sospechas acabaran materializándose, pues, incluso si no lo decía, podía asegurar que él comprendía a lo que se refería: un evento era un señuelo de jugadores (para bien o para mal), de modo que no era normal que allí no hubiesen grupos interesados en conseguir el botín. A menos que… el mismo botín fuera la trampa, un detonante hacia algo más.
Supo que él había alcanzado una conclusión similar cuando su predisposición a ser el único en abrir el baúl la había prácticamente relegado de la tarea.
—No... Espera... —barriendo de sus ojos las últimas lágrimas que hace tan sólo unos instantes habían significado felicidad, lo retuvo aferrándose a él en un abrazo que no pretendía dejarlo ir hasta que aceptara sus condiciones: —¡Dijiste que nos casaríamos! No puedes hacer esto solo... No lo haré, no me iré de aquí, no voy a dejarte... Lo abriremos al mismo tiempo, correré el riesgo a tu lado. Ya tomé mi decisión...
Se separó tan sólo lo necesario al oírle mencionar una vez más el cofre que aún yacía cercano a ellos, esperando ser inspeccionado por unos ojos curiosos o el primer intrépido en dar el paso. De nuevo la realidad reclamaba su -no tan justa- dosis de atención, obligándolos a pausar su momento.
—Creo que podría serlo… —se aventuró ella también a teorizar. Pues sí, desde luego que parecía una trampa—. Kirito-kun, dime, ¿por qué somos los únicos aquí? —era un hecho que le había inquietado desde que habían arribado a la ruinosa ciudad de Karluin—. ¿Por qué no hay otras personas persiguiendo el evento? —temía decirlo en voz alta y que sus sospechas acabaran materializándose, pues, incluso si no lo decía, podía asegurar que él comprendía a lo que se refería: un evento era un señuelo de jugadores (para bien o para mal), de modo que no era normal que allí no hubiesen grupos interesados en conseguir el botín. A menos que… el mismo botín fuera la trampa, un detonante hacia algo más.
Supo que él había alcanzado una conclusión similar cuando su predisposición a ser el único en abrir el baúl la había prácticamente relegado de la tarea.
—No... Espera... —barriendo de sus ojos las últimas lágrimas que hace tan sólo unos instantes habían significado felicidad, lo retuvo aferrándose a él en un abrazo que no pretendía dejarlo ir hasta que aceptara sus condiciones: —¡Dijiste que nos casaríamos! No puedes hacer esto solo... No lo haré, no me iré de aquí, no voy a dejarte... Lo abriremos al mismo tiempo, correré el riesgo a tu lado. Ya tomé mi decisión...
Asuna · F
Con la pena gobernando sus gestos, fue que ella extendió su mano para alcanzar aquella que le era ofrecida. En medio de todo el alud de emociones que se había desprendido de aquel inusual evento, las palabras del azabache, así como la calidez abrasadora de su sonrisa, consiguieron devolverle todo el aliento perdido.
A nada estuvo de sugerir ir a revisar aquel cofre. A nada estuvo de plantear una hipótesis a las muchas preguntas que aún parecían quedar sin respuesta después de lo ocurrido, pero… la inesperada actitud del chico la obligó a parpadear ligeramente, presa de la confusión que le generó su repentino instante de silencio. —¿Eh? ¿Te encuentras bien? —ladeando el rostro lo observó de cerca, como si estuviera a punto de posar una mano sobre su frente. Sin embargo, antes de que pudiera hacer más, él había conseguido dejar que esta vez fuera ella quien entrara en mutismo. La petición había quedado suspendida en su cabeza como un eco: "Quiero que nos casemos".
Primero fue la sorpresa, muda y arrolladora, provocando que de su boca se desprendiera un temblor suave, precediendo el pequeño quiebre en su voz que anunció las lágrimas. Luego su mirada, vuelta cristalina. Sus manos entonces acudieron a cubrir sus propios labios, que aún no salían de su estupor, hasta que finalmente, con un firme asentir ella exclamó un sentido: —¡Sí! —su sonrisa fue tan inmensa como el palpitar de su corazón—. K-kirito-kun, yo... soy tan feliz —ni siquiera fue capaz de formular una frase con una mejor coherencia. Sus sentimientos, sencillamente, lo habían desbaratado todo.
A nada estuvo de sugerir ir a revisar aquel cofre. A nada estuvo de plantear una hipótesis a las muchas preguntas que aún parecían quedar sin respuesta después de lo ocurrido, pero… la inesperada actitud del chico la obligó a parpadear ligeramente, presa de la confusión que le generó su repentino instante de silencio. —¿Eh? ¿Te encuentras bien? —ladeando el rostro lo observó de cerca, como si estuviera a punto de posar una mano sobre su frente. Sin embargo, antes de que pudiera hacer más, él había conseguido dejar que esta vez fuera ella quien entrara en mutismo. La petición había quedado suspendida en su cabeza como un eco: "Quiero que nos casemos".
Primero fue la sorpresa, muda y arrolladora, provocando que de su boca se desprendiera un temblor suave, precediendo el pequeño quiebre en su voz que anunció las lágrimas. Luego su mirada, vuelta cristalina. Sus manos entonces acudieron a cubrir sus propios labios, que aún no salían de su estupor, hasta que finalmente, con un firme asentir ella exclamó un sentido: —¡Sí! —su sonrisa fue tan inmensa como el palpitar de su corazón—. K-kirito-kun, yo... soy tan feliz —ni siquiera fue capaz de formular una frase con una mejor coherencia. Sus sentimientos, sencillamente, lo habían desbaratado todo.
Asuna · F
Sabía que Kirito requería de unos segundos para la carga, de modo que aquella fue su oportunidad de mantener la situación a raya; ganaría tiempo para él.
—¡Switch! —exclamó cuando lo supo listo, moviéndose a un costado de la escena. Sabía que su compañero asestaría el golpe final. Creyó, por un instante, que todo estaba listo y despejado, pero la presencia del Nigromante no fue pasado desapercibido por su agudeza de detección.
Con el fin de acabar con todo aquello e impedir que siguiera interponiéndose en su camino, la joven arremetió con un combo limpio de ocho certeros estoques: —¡Sutā Supurasshu! —una lluvia luminosa barrió con el verde de la barra de aquella unidad, poniendo así fin su oscura intervención.
Tan pronto como acabó se deshizo en un pesado suspiro que delató su cansancio. De inmediato, tan instintivo como solía ser su vínculo, sus ojos avellanas buscaron el paradero de su compañero.
—¡Switch! —exclamó cuando lo supo listo, moviéndose a un costado de la escena. Sabía que su compañero asestaría el golpe final. Creyó, por un instante, que todo estaba listo y despejado, pero la presencia del Nigromante no fue pasado desapercibido por su agudeza de detección.
Con el fin de acabar con todo aquello e impedir que siguiera interponiéndose en su camino, la joven arremetió con un combo limpio de ocho certeros estoques: —¡Sutā Supurasshu! —una lluvia luminosa barrió con el verde de la barra de aquella unidad, poniendo así fin su oscura intervención.
Tan pronto como acabó se deshizo en un pesado suspiro que delató su cansancio. De inmediato, tan instintivo como solía ser su vínculo, sus ojos avellanas buscaron el paradero de su compañero.
Asuna · F
A modo de respuesta ella tan sólo asintió con absoluta convicción. Ilusión o no, estaba segura de lo que había visto y, naturalmente, su reacción instintiva también había sido la de abortar la ofensiva. Tal como Kirito llegaba a sus conclusiones, ella había llegado a las mismas en aquel breve instante de confusión: había temido cargar en sus manos con la vida de alguien, no obstante... había algo que no cuadraba.
—¡Hiroshi-san ya está muerto! —aquel era el nombre, el usuario en cuestión. Apenas había alcanzado a gritarlo, cuando de un salto la criatura había conseguido separarlos al caer en medio del área—. No podremos matarlo si ya está muerto, pero... —su cuerpo de inmediato se preparó para un posible contraataque. Al otro lado del campo de batalla había interceptado fugazmente la mirada de Kirito, con sólo verlo supo que había pensado en algo. Apretando los labios, volvió a asentir en su dirección, dándole a entender que lo dejaría actuar primero y que estaría allí, lista para un switch o para neutralizarlo.
—¡Hiroshi-san ya está muerto! —aquel era el nombre, el usuario en cuestión. Apenas había alcanzado a gritarlo, cuando de un salto la criatura había conseguido separarlos al caer en medio del área—. No podremos matarlo si ya está muerto, pero... —su cuerpo de inmediato se preparó para un posible contraataque. Al otro lado del campo de batalla había interceptado fugazmente la mirada de Kirito, con sólo verlo supo que había pensado en algo. Apretando los labios, volvió a asentir en su dirección, dándole a entender que lo dejaría actuar primero y que estaría allí, lista para un switch o para neutralizarlo.
Asuna · F
El choque de espadas. Una escena transcurriendo en cámara lenta. Y, finalmente, aquellas palabras finales en medio de una declaración de guerra, consiguieron arrancarla de su trance.
—¡Kirito-kun! —su mano derecha se apresuró a recuperar su espada Lambent para correr de regreso a su lado. Había cometido un error fatal, quizá allí no significara nada, pero de haber estado en las líneas del frente, un impacto como aquel le habría arrebatado más de la mitad de sus puntos de vida; se sentía avergonzada—. Estoy bien... —una sonrisa cálida suavizó su gesto enmarcado por un rubor rosáceo que pintó sus mejillas. La ira a menudo fortalecía las aptitudes en combate, pero no deseaba desestabilizarlo, ni tampoco a su party.
—Kirito-kun, mira... —su temple se volvió serio al señalar con su dedo índice la barra de vida del oponente. Allí, donde debería verse su nombre, tan sólo asomaba un tachón de letras borrosas y ondulantes, imposibles de leer. Aquella había sido la primera señal que había conseguido hacerle bajar la guardia, pero... no sólo era eso—. Cuando me atacó pude leer un nombre... —se tomó un instante para estabilizar su respiración; aquello no era algo fácil de asimilar... ¿o había sido una ilusión?—. Era... el nombre de un jugador —El Ejército había tenido una baja de dos miembros la semana pasada durante la misión de los calabozos. Ese tipo de información siempre alcanzaba los oídos de los miembros más destacados del Gremio. Era un hecho reciente, de modo que estaba fresco aún en su memoria; ella estaba segura de haberlo visto allí: había visto el usuario de un jugador caído. Aquel había sido el motivo de su conmoción.
—¡Kirito-kun! —su mano derecha se apresuró a recuperar su espada Lambent para correr de regreso a su lado. Había cometido un error fatal, quizá allí no significara nada, pero de haber estado en las líneas del frente, un impacto como aquel le habría arrebatado más de la mitad de sus puntos de vida; se sentía avergonzada—. Estoy bien... —una sonrisa cálida suavizó su gesto enmarcado por un rubor rosáceo que pintó sus mejillas. La ira a menudo fortalecía las aptitudes en combate, pero no deseaba desestabilizarlo, ni tampoco a su party.
—Kirito-kun, mira... —su temple se volvió serio al señalar con su dedo índice la barra de vida del oponente. Allí, donde debería verse su nombre, tan sólo asomaba un tachón de letras borrosas y ondulantes, imposibles de leer. Aquella había sido la primera señal que había conseguido hacerle bajar la guardia, pero... no sólo era eso—. Cuando me atacó pude leer un nombre... —se tomó un instante para estabilizar su respiración; aquello no era algo fácil de asimilar... ¿o había sido una ilusión?—. Era... el nombre de un jugador —El Ejército había tenido una baja de dos miembros la semana pasada durante la misión de los calabozos. Ese tipo de información siempre alcanzaba los oídos de los miembros más destacados del Gremio. Era un hecho reciente, de modo que estaba fresco aún en su memoria; ella estaba segura de haberlo visto allí: había visto el usuario de un jugador caído. Aquel había sido el motivo de su conmoción.
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