Julesclairt01

La sorpresa, merced al actuar de Ayax, invadió la mirada de la Reginâ. Él, junto a Ophelia, eran los protectores del reino más importantes que su padre designó antes del día en que Ánh traicionara su propia nación. Ponía su vida en sus manos, al igual que la seguridad del imperio Arcadiano. Se levantó sin apresuro del trono real, el asiento que debería corresponderle sino hasta años después, y a paso raudo -pero elegante- se arrodilló frente al varón. Quería pasar a la historia por ser una regente distinta a cualquier otra. Deseaba que su pueblo la viera como un igual, no como alguien que estuviera por sobretodos. Colocó ambas manos en sus hombros, donde palmeó a un mismo tiempo para hacerle elevar el rostro. — Esa espada que posees, no es sólo una arma más. Es el símbolo que representa a ti, a los tuyos y a Arcadia. No me pertenece, yo no soy su dueña y no obedecerá si está en mis manos. Acepto tu agradecimiento y lealtad, pero esa espada... — Miró el filo de la espada resplandecer, y sonrió. — Es sólo tuya. Úsala bien y Arcadia estará en deuda contigo. Yo estaré en deuda —