Ayax se juró a sí mismo no depender de nadie, ni depositar su confianza en otra persona; temeroso de la traición, y orgulloso de su fuerza y código, siempre se negó a renunciar a su soledad e independencia. No obstante, Ophelia burló, sin pensarlo o saberlo, esas barreras, convirtiéndose en la única persona a quien Ayax ve como una igual, confiándole su fe y aprecio, incluso su seguridad. Nadie más ha logrado acercarse al samurai como ella.