Estuvo a segundos; a nada de bajar la guardia cuando la vio sollozar y quejarse de esa forma, pero sabía que su instinto no lo estaba engañando y las exigencias que se debe prestar contra ella siempre son de las más altas. Abrió el compás de sus piernas para mejorar su postura defensiva, mas no se hizo esperar aquello que le daba la verdad a su razón. Un par de tentáculos de tela emergieron nuevamente para querer atacarlo. Eran demasiado rápidos y no sabría si reaccionaría a tiempo, hasta dentro de su mente se repite constantemente el moverse, el esquivar, el evitar el ataque. Se gritaba, se exigía, se presionaba... Pero su cuerpo no parecía reaccionar a la velocidad que este deseaba o pensaba. Estaba a punto de resignarse a ser herido, cuando por casi intuición sus brazos se movieron junto a su katana al hombro, colocándola con el dorso hacia arriba e intentar desviar el ataque pese a que su hombro recibirá daño, sería mínimo comparado a lo que le esperaba si dejaba a esta concretar s