Afable, cortés, prudente y enigmático.
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ES1516793 · F
—Lo sé, él nos llevó a esas celdas y por culpa de sus creaciones tú… —no quiso terminar. A ella no le afectaba en lo más mínimo lo que había pasado antes, cuando él había sucumbido a un poder adyacente y en ese estado casi la mata. Pero sabía que ello le causaba cierto derrumbe a él así que decidió acompañarlo en silencio.
A diferencia de Jellal, la joven maga caminaba impávida, no es que por ese sitio le reconocieran y si lo hacían no se ocultaba de nadie. Observaba el lugar detenidamente, irían a buscar a un mago que, según rumores se dedicaba a limpiar las celdas del recinto que acobijaba a los demonios de Zeref. La cita era a las cuatro de la tarde, y el reloj que se erigía en el centro de la ciudad en una alta torre indicaba que para esa reunión aún quedaban un par de horas. Suspiró, después de todo habían llegado rápido, le agradaba no perder la noción del tiempo; sabía que con él eso le pasaba con frecuencia.
Ahora tendrían que buscar un sitio para descansar o eso suponía ella. Pronto su estómago rugió, lo cual le obligó a ocultar la mirada, sus pómulos se adueñaron de un color carmín y avergonzada trastabilló al hablar. —C-Creo que deberíamos ir a comer —susurró sin mirarle, pues no tenía el coraje de hacerlo. De alguna manera frente a él, esas cosas nimias le apenaban.
En unos pasos más ella observó un local, en el mostrador se podían observar una cantidad inmensa de decorados pasteles, acomodados en un refrigerador que daba al ventanal. Ésta sin esperarlo corrió hasta pegar su rostro en el cristal. —Pero que veo…. —su rostro resplandecía en un aniñado gesto, que le daban una jocosa apariencia. Sus ojos destellaban de excitación al observar tan deliciosas muestras.

A diferencia de Jellal, la joven maga caminaba impávida, no es que por ese sitio le reconocieran y si lo hacían no se ocultaba de nadie. Observaba el lugar detenidamente, irían a buscar a un mago que, según rumores se dedicaba a limpiar las celdas del recinto que acobijaba a los demonios de Zeref. La cita era a las cuatro de la tarde, y el reloj que se erigía en el centro de la ciudad en una alta torre indicaba que para esa reunión aún quedaban un par de horas. Suspiró, después de todo habían llegado rápido, le agradaba no perder la noción del tiempo; sabía que con él eso le pasaba con frecuencia.
Ahora tendrían que buscar un sitio para descansar o eso suponía ella. Pronto su estómago rugió, lo cual le obligó a ocultar la mirada, sus pómulos se adueñaron de un color carmín y avergonzada trastabilló al hablar. —C-Creo que deberíamos ir a comer —susurró sin mirarle, pues no tenía el coraje de hacerlo. De alguna manera frente a él, esas cosas nimias le apenaban.
En unos pasos más ella observó un local, en el mostrador se podían observar una cantidad inmensa de decorados pasteles, acomodados en un refrigerador que daba al ventanal. Ésta sin esperarlo corrió hasta pegar su rostro en el cristal. —Pero que veo…. —su rostro resplandecía en un aniñado gesto, que le daban una jocosa apariencia. Sus ojos destellaban de excitación al observar tan deliciosas muestras.
