No la merecía. Ni esas miradas, ni esas caricias. Por su culpa es que había sufrido tanto y se sentía tan responsable, no podía simplemente tratarla como un animal, como una bestia que necesita ser encadenada. —Anya...no puedo hacer eso. — Apretó sus labios y desvió la mirada, esto estaba resultando cada vez más complicado y una vez más lo único que lograba era dañarla. —Te daré de beber algún brebaje que te haga dormir y no sentir esos dolores. ¿Te parece bien eso? —

—Entonces todo habrá sido en vano.— Llevó la mano al rostro de la rubia, acarició su mejilla y su cabello. —Tú sabes como hacerlo. Busca cadenas, esposas, cualquier cosa que creas que va a funcionar. No me dejes hacerte daño...— Quien debía odiarse era ella, por no ser capaz de controlarse. La habían llevado al límite y ahí la habían quebrado. Ni siquiera sabía de lo que podía ser capaz.

Sus últimas palabras no la dejaron en paz pero una parte de ella buscaba comprender el dolor por el que había pasado por su culpa. —Anya...se que no lo harás y si llegarás a hacerlo no podría culparte u odiarte. Lo merezco por haberte fallado y haber permitido que te llevaran.—

—Ya no quiero más cosas en mi cabeza...— Dijo en voz un tanto más baja. Ni siquiera recordaba exactamente qué le habían hecho, solo dolor y más dolor. Reaccionar en una cama con huesos rotos, sangrando, solo para perder la conciencia y volver a sentir dolor al despertar. —Nada te lo asegura... Deberías... Cuidarte de eso.— Se sentía como un monstruo que debe ser encadenado para no lastimar a la única persona por la que late su corazón.

—Te hicieron un buen lavado...— añadió haciéndo una mueca. —Quizas es por eso que no puedo meterme en tu mente o encantarte. Deberíamos intentar romper lo que sea que hayan metido en tu cabeza...— Demasiados motivos para odiarla. ¿Cómo podía deshacerse de eso?. —Es un problema...¿Que me asegura que una noche no intentaras matarme o llevarme a ellos?

—Y fue demasiado fácil... Es por eso que no puedo tener en tu jefa la misma fe que tú tienes. Si yo lo hice, cualquiera puede.— Alzó la mano para dar un suave toque a la nariz de la rubia con su índice. —Aún es difícil lidiar con todo eso, ¿Sabes? Siento que la cabeza me va a explotar. Que hay algo mal en mi... A veces esas ideas vuelven, veo tu rostro y siento cosas horribles.

Se incorporó para verla directo a los ojos, permaneció en silencio un momento y después tras soltar el aire lentamente se encogió de hombros. —Irrumpiste en la seguridad de la arena. Te hiciste pasar por alguien más...esos bastardos si que te metieron ideas en la cabeza. No deje de buscarte solo no debía ser demasiado obvia.—

¿Por qué querría reconocimiento? No tengo nada que demostrar... -Solto un pequeño suspiro, tuvo mucho tiempo para reflexionar en esa celda solitaria, de su vida vacía, de su papel en ella. Muñeca, instrumento, arma, objeto, solo unos pocos adjetivos para describir que no era nada excepto lo que la organización quería que fuese.- Libertad... eso suena bien. Pero ninguna de nosotras puede ser del todo libre... ¿No me vas a perdonar por haber dicho eso? Estaba furiosa, creí que me habías abandonado por una vida de lujos y una rubia bonita.

"Sufrir por ti" esas palabras ponían sobre sus hombros una carga demasiado pesada, su corazón se encogió mientras permanecía en esa posición sobre sus piernas. -Elise...hace tanto que no escuchaba ese nombre. - Al final solamente Anya la llamaba de esa manera. - ¿Por que no cambiarías esto?, ¿No quieres reconocimiento?, ¿Libertad?. ¿Como alguien como yo va a tener tanto valor?. Tu lo dijiste, no soy nada mas que una egoísta y traidora. - Una cobarde a decir verdad.

Mientras estaba en la organización, muchas veces me pregunté si valía la pena sufrir por ti, dejar que la muerte acariciara mi rostro cada día... pero ahora te veo, Elise. -Lleva la mano a su cabeza, acariciando suavemente su cabello- Y no cambiaría nada.