Persuasión. La palabra con más peso en el vocabulario... Y la palabra con la que Jo menos podía identificarse. Directa, necia, curiosa; todo lo que iba de la mano con ella en el diccionario estaba fuertemente ligado a lo que una mujer no debía ser ante la sociedad, pero no había tiempo para pensar en su orgullo y en su vanidad, porque, otra de las palabras que podía describirla era: Decidida.

—Puede leer lo que traigo escrito ya. He publicado algunos poemas, cuentos cortos... Pero sé que usted puede ser mi mayor lanzamiento, sé que haré que se hable de usted en tierra y en mar; porque para eso respiro, para escribir, para eso nací.

Extrajo de su bolso las hojas de sus anteriores obras y las colocó sobre sus propias piernas. Eran bastantes, en realidad. Los ojos de Jo brillaban cuando hablaba de lo que le gustaba y apasionaba, su semblante cambiaba y era capaz de transmitir todo eso. En cada poro de su piel; Jack habría de verlo y, si no, Jo tendría que volver a subir como polizón

— Capitán —
Jack pegó un brinco al aire y manoteó cual si se estuviera defendiendo. Le lanzó una mirada torva a Gibbs que apareció detrás de Jack como un fantasma.

— La chica tiene razón, Jack. Pasarías a la historia como algo más que una leyenda. Piénsalo, “Las aventuras de Jack Sparrow “ —

— Capitán Jack Sparrow, Maese Gibbs. Creo que olvidó el detalle más importante del título — Giró de regreso a Jo; su larga cabellera descuidada giró al compás — Y tú, chiquilla escritora, ¿cómo sé que eres tan buena en ese oficio? Podrías intentar timarme para que te cuente los secretos del mar y vendérselos al mejor postor... ¿Con qué piensas persuadirme, eh? — Gibbs alzó las cejas y asintió. Jack tenía un buen punto.

—Me temo que no, Capitán Jack Sparrow. He oído y leído sobre muchos piratas, pero no sobre usted —Jo fue consciente de su victoria al desviar la atención del hombre y, con una sonrisa, se aprovechó de eso. Habría de permanecer en ese barco de un modo u otro, por las buenas o por las malas; porque cuando una idea se le metía en la cabeza no había modo de que saliera. —; sin embargo, podría escribir sobre sus aventuras y así lo conocerían en todos lados, en cada rincón del mundo. No habría niño, mujer y hombre que no supiera sobre las aventuras del Capitán Jack Sparrow.

Agitó su pluma en un ademán de mostrarle el poder de la tinta y, luego, apuntó al papel.

—Claro que, eso no será posible si me obliga a bajar del barco...

— Escucha — Se acercó a ella sin importar que invadiera su espacio personal. Entrecerró los ojos y dibujó una sonrisa en su rostro, todo por intentar verse amable y convincente.

— El mar no es un buen lugar para que viva una mujer como tú. Desconozco la clase de artimañas que utilizaste para entrar a mi tripulación, pero yo soy el Capitán y mi palabra es ley. Si yo digo que no hay mujeres en mi navío, no las hay, savvy? —

Jack se apartó de ella con su paso tambaleante y presumido, pero se regresó casi de inmediato.

— ¿Mis aventuras? ¿No sabes de mí? ¿No has oído del gran Capitán Jack Sparrow?
... Debes estar bromeando. Por supuesto que sabes de mí — Y con eso, Jo logró desviarle el tema.

—Tonterías —dijo Jo con una sonrisa en los labios, apenas llevaba unas horas a bordo y ya podía tomarse la libertad de decir palabras como esas —, no habrá nadie buscándome, dejé claro que iría a otra ciudad y, mientras escriba, todo irá bien.

Tinta, pluma y papel; todas las cosas que necesitaba estaban en la mesa frente a ella, además de algún dinero que se guardaba para sí en un compartimiento secreto de su cartera. Desde que había visto a aquel majestuoso barco, la inspiración vino a ella a caudales y no podía detener el movimiento de su muñeca sobre las hojas, llenando una tras otra como hacía mucho no lo había hecho. Nada de lo que aquel pirata dijera la haría desistir de su estadía, menos si el tal Gibbs había aceptado tenerla a bordo... Cuando se disfrazó de muchacho para abordar.

—Sería más productivo el tiempo si me contará alguna de sus aventuras, señor. Se lo ruego.

— No te había visto así de asustado desde Davy Jones, Jack. Es solo una jovencita —

— No, no, no. No. El Capitán Jack Sparrow no le teme a una chica insistente como ella, pero no quiero que mi querido Perla Negra se infeste de mala suerte...

Ve. Esconde el ron —

— Aye, Capitan !

El señor Gibbs dio media vuelta y dejó solo a Jack con Jo. Jack se sobó el puente de la nariz con los dedos, preguntándose cuándo acabaría esa pesadilla.

— Escucha, querida. Me encantaría dejarte abordo del majestuoso Perla Negra pero, creo haberlo mencionado antes, una mujer en el barco es de mala, muy mala suerte... Tus padres deben estar buscándote y estar aquí entre una bola de piratas no parece muy tu ambiente...—