Wᴇ·ʟʟ ʜᴀᴠᴇ ᴀ ʟɪᴛᴛʟᴇ ғᴜɴ. Tʀᴜsᴛ ᴍᴇ﹗
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Es1562906 · F
Hace una semana su vida dio un giro completo, uno en el que haría que su vida cambiara y que, aquellas decisiones repercutirían en su presente. Había herido a su hermana Anna; a la pequeña luz de su vida.
Elsa nunca vio sus poderes como algo increíble, pero gracias a ella le dio otro significado. Pero ahora. ¿Ahora qué? Ya no podía compartir nunca más los días con ella. No había tarde en la que Anna tocaba su puerta y le cantaba una hermosa canción. Estaba siendo atormentada.
Una noche, el invierno las acogió en el reino. “Jack Frost vendrá hoy y congelará los pies” escuchaba decir a la gente del reino desde su balcón. Recordaba las historias de su madre sobre ese Jack Frost y le encantaba sumergirse a la idea de que alguien además de ella compartía esa clase de poder.
La luz de las estrellas y de la luna ingresaban por su ventana, pero ni esa vista espectacular le hacían sentir mejor. Se sentó en una esquina de su amplia recamara y rodeó sus piernas con sus brazos apegándolas a su cuerpo. Empezó a sollozar, y ante el llamado de sus sentimientos el hielo empezó a manifestarse en las paredes. Convirtiendo su alcoba en una cabina congelada.
Escuchó su puerta y la voz de su hermana traspasar: —Elsa ¿Estás bien? ¡Hoy vendrá Jack Frost! ¿Qué tal si hacemos un muñeco para él?
Quería aceptar, quería abrir su puerta y jugar con ella, pero las voces del sabio troll le zumbaban los oídos: si congelas su corazón ella morirá.
No, no podía con esa carga.
—¡Vete Anna! —Gritó, como cada noche, como cada día. Se sentía muy sola. No se imagina si quiera que alguien entraría hoy a cambiarle su vida.

Elsa nunca vio sus poderes como algo increíble, pero gracias a ella le dio otro significado. Pero ahora. ¿Ahora qué? Ya no podía compartir nunca más los días con ella. No había tarde en la que Anna tocaba su puerta y le cantaba una hermosa canción. Estaba siendo atormentada.
Una noche, el invierno las acogió en el reino. “Jack Frost vendrá hoy y congelará los pies” escuchaba decir a la gente del reino desde su balcón. Recordaba las historias de su madre sobre ese Jack Frost y le encantaba sumergirse a la idea de que alguien además de ella compartía esa clase de poder.
La luz de las estrellas y de la luna ingresaban por su ventana, pero ni esa vista espectacular le hacían sentir mejor. Se sentó en una esquina de su amplia recamara y rodeó sus piernas con sus brazos apegándolas a su cuerpo. Empezó a sollozar, y ante el llamado de sus sentimientos el hielo empezó a manifestarse en las paredes. Convirtiendo su alcoba en una cabina congelada.
Escuchó su puerta y la voz de su hermana traspasar: —Elsa ¿Estás bien? ¡Hoy vendrá Jack Frost! ¿Qué tal si hacemos un muñeco para él?
Quería aceptar, quería abrir su puerta y jugar con ella, pero las voces del sabio troll le zumbaban los oídos: si congelas su corazón ella morirá.
No, no podía con esa carga.
—¡Vete Anna! —Gritó, como cada noche, como cada día. Se sentía muy sola. No se imagina si quiera que alguien entraría hoy a cambiarle su vida.
