41-45, M
Serio, directo y protector.
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ES1516793 · F
Avergonzada se limpió con los dorsos de la mano ya que no traía una servilleta. Claro que no la tendría. ¿Por qué llevaría algo así? Siempre era alguien impecable, o casi siempre. En esos momentos estaba delirando. ¡Qué cosa tan vergonzosa! Solo ella podría pasar por algo así.
Desvió la mirada y carraspeó unos momentos para mantener la postura nuevamente la adquirió con esa firmeza que siempre le caracterizaba, pero un poco más frágil con él.
—¿De qué trata? ¿Algo sucedió? —Pregunta con notorio interés y un poco de preocupación se había asomado en su rostro. Olvidó por unos momentos que estaba degustando su pastel y concentró su total atención en su interlocutor. Su semblante se enserió y quedo en silencio para escuchar lo que pasaba. Él no visitaría Magnolia a menos que fuese necesariamente posible, y desgraciadamente siempre era para cosa infortunadas.
Desvió la mirada y carraspeó unos momentos para mantener la postura nuevamente la adquirió con esa firmeza que siempre le caracterizaba, pero un poco más frágil con él.
—¿De qué trata? ¿Algo sucedió? —Pregunta con notorio interés y un poco de preocupación se había asomado en su rostro. Olvidó por unos momentos que estaba degustando su pastel y concentró su total atención en su interlocutor. Su semblante se enserió y quedo en silencio para escuchar lo que pasaba. Él no visitaría Magnolia a menos que fuese necesariamente posible, y desgraciadamente siempre era para cosa infortunadas.
ES1516793 · F
—¡Jellal….!. —El nombre salió lentamente de su boca, como si saboreara cada una de las letras. Se le cortó la respiración no por ver al chico que tanto quería. ¡Pf! Claro que no, sino por el hecho del acto tan anti femenino que había hecho. Normalmente eso era natural en ella pero frente a él... Bueno, era él.
Trastabilló un poco cuando dio unos pasos hacia atrás. Apretó contra sí los pasteles instintivamente, un rubor comenzó a extenderse por sus pómulos el color tan pintoresco rosáceo que coloraba su blanco rostro. —Eh.. Lo siento. No pensé que estarías aquí, es decir… No esperaba que vinieras. —Su voz sonaba entrecortada y la vergüenza le poseyó en unos instantes. Titubeaba de la manera más torpe posible; si Natsu o alguno de sus allegados la viese así no pararían de molestarla.
Fue cuestión de minutos para que ella tomase la compostura, después de todo su comportamiento se basaba en la rigidez, aunque con él no aplicaba del todo esa regla.
—No sabía que vendrías. —logró mencionar al fin con su tono natural, pero permanecían las migajas de pastel sobre su rostro los cuáles no sabía de su existencia dándole un toque más infantil a la maga escarlata.
Trastabilló un poco cuando dio unos pasos hacia atrás. Apretó contra sí los pasteles instintivamente, un rubor comenzó a extenderse por sus pómulos el color tan pintoresco rosáceo que coloraba su blanco rostro. —Eh.. Lo siento. No pensé que estarías aquí, es decir… No esperaba que vinieras. —Su voz sonaba entrecortada y la vergüenza le poseyó en unos instantes. Titubeaba de la manera más torpe posible; si Natsu o alguno de sus allegados la viese así no pararían de molestarla.
Fue cuestión de minutos para que ella tomase la compostura, después de todo su comportamiento se basaba en la rigidez, aunque con él no aplicaba del todo esa regla.
—No sabía que vendrías. —logró mencionar al fin con su tono natural, pero permanecían las migajas de pastel sobre su rostro los cuáles no sabía de su existencia dándole un toque más infantil a la maga escarlata.
ES1516793 · F
—¡Ahh! ¡No puede ser! —Gritó afanosa. Sus ojos se abrieron como platos, era imposible.. Se llevó la mano al a boca desvaída. De pronto ingresó a la habitación raudamente su amiga de cabellera azul pálido asustada por el tremendo crepito de la maga re equip.
*-¿Qué sucede Erza?-* Preguntó con suma timidez, la fémina de cabellera escarlata volteó a mirar a Levy como si lo que preguntara fuese obvio. Señaló el interior de su refrigerador mientras su ceño se mantenía fruncido, la pequeña sin entenderlo aún elevo las cejas en señal de ello. Erza puso los ojos en blanco y bufó. —¡¿No ves?! ¡No tengo ya ninguna rebanada de pastel! Y ya había preparado mi plato especial.. —Dijo con cierta desesperanza. Su amiga por el contrario solo la miró decepcionada mientras una gota en su sien se deslizaba.
Posteriormente la joven miró el reloj de su habitación. Quedaban tan solo unos treinta minutos para que la tienda cerrara así que salió disparada de Fairy Hills. Comenzando a correr por la acera. La comodidad de su blusa blanca con detalles y moño azul, además de su falda a tablas le ayudaban a desplazarse mejor, aún con sus esperpentos pasos ocasionados principalmente por sus botas.
Su mirada estaba tan concentrada en la tienda y al llegar ahí alcanzó a hacer su compra, tomando así las últimas tres piezas de pasteles. Salió contenta hasta daba uno que otro salto tal cuál una niña pequeña.
—Al fin están con mamá—el vendedor siempre cortaba por rebanadas el pastel de ella puesto que le encantaba degustarlo en el camino, sin más coló su mano y comenzó a comer una gran pieza, ensuciándose los pómulos de chocolate. Era penoso pero no le importó hasta que su entretenido y ameno camino cambió cuando golpeó su frente con una espalda rígida. —¡Oye fijate idiota! —Espetó, si algo le molestaba era que le interrumpieran su comida mientras ella degustaba su más amado postre; claro no pasaría por su cabeza que a quién había insultado era nada más y nada menos que el joven que anhelaba su corazón.
*-¿Qué sucede Erza?-* Preguntó con suma timidez, la fémina de cabellera escarlata volteó a mirar a Levy como si lo que preguntara fuese obvio. Señaló el interior de su refrigerador mientras su ceño se mantenía fruncido, la pequeña sin entenderlo aún elevo las cejas en señal de ello. Erza puso los ojos en blanco y bufó. —¡¿No ves?! ¡No tengo ya ninguna rebanada de pastel! Y ya había preparado mi plato especial.. —Dijo con cierta desesperanza. Su amiga por el contrario solo la miró decepcionada mientras una gota en su sien se deslizaba.
Posteriormente la joven miró el reloj de su habitación. Quedaban tan solo unos treinta minutos para que la tienda cerrara así que salió disparada de Fairy Hills. Comenzando a correr por la acera. La comodidad de su blusa blanca con detalles y moño azul, además de su falda a tablas le ayudaban a desplazarse mejor, aún con sus esperpentos pasos ocasionados principalmente por sus botas.
Su mirada estaba tan concentrada en la tienda y al llegar ahí alcanzó a hacer su compra, tomando así las últimas tres piezas de pasteles. Salió contenta hasta daba uno que otro salto tal cuál una niña pequeña.
—Al fin están con mamá—el vendedor siempre cortaba por rebanadas el pastel de ella puesto que le encantaba degustarlo en el camino, sin más coló su mano y comenzó a comer una gran pieza, ensuciándose los pómulos de chocolate. Era penoso pero no le importó hasta que su entretenido y ameno camino cambió cuando golpeó su frente con una espalda rígida. —¡Oye fijate idiota! —Espetó, si algo le molestaba era que le interrumpieran su comida mientras ella degustaba su más amado postre; claro no pasaría por su cabeza que a quién había insultado era nada más y nada menos que el joven que anhelaba su corazón.