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El interés del dios que, como ella, todo lo había visto. Una vez que terminó de culturizar a su copiloto, volteó a verlo y enarcó sus cejas. Sus ojos resplandecieron con una mezcla de reto y diversión:— Creo que el que debe preguntarse eso eres tú, ¿estás listo para tener tiempo de calidad con esta servidora? Tendremos paradas en el camino, conocerás a algunos amigos, y por ahí capaz escaparemos de algunos demonios que nos huelan, además, si no lo has notado, no llevo mi portal conmigo. Estoy intentando crearlos por mi cuenta, aún no lo he logrado y...

Parecía como si Jenna hubiera planeado todo el historial de actividades que el par iba a hacer; sin embargo, la rulosa añadía más planes conforme continuaba al volante. Luego definió los roles en esa aventura: ella manejaría y él se encargaría de cambiar las canciones. Y, si en algún punto del recorrido le decía que tomara el volante, Devan tendría que obedecer sin dudarlo.

No podías manejar y disparar al mismo tiempo.

—Leda y el cisne, una pinturilla de nuestro muy querido Leonardo Da Vinci y el otro encuadra un pedacito de construcción lo que fue el Templo de Salomón en Jerusalén. — Su tono animado de voz denotaba también una pizca de orgullo por lo que tenía en su posesión, aún si planeaba devolverlo a sus dueños originales después, y es que Bane era una coleccionista. Una versión humana y extraña de un cuervo. Y, como un perfecto complemento a sus pasatiempos favoritos, la reencarnada era una excelente narradora de cuentos. Lo mejor de todo era que nunca podías tener la certeza completa que la muchacha estaba contándote una historia real o solo estaba pintando tu cabeza de escenarios utópicos.

Capaz era una mezcla de ambos.

Así que cuando decidió contarle a Devan más acerca de por qué tanto esa pintura como esa ridícula porción de construcción eran tan relevantes para muchos coleccionistas, se aseguró de añadirle a los hechos unos toques fantásticos que podrían captar...

La sonrisita divertida de Devan indicó que estaba de acuerdo con el plan, tomó el papelito mientras sacaba sus celular y buscaba en Maps sus coordenadas. Al principio, le preocupaba que alguien estuviera por ahí pagando por reliquias que no necesariamente debían de ser para humanos, pero cuando conoció a Jenna y fue descubriendo un poco más del tráfico de antigüedades, perdió un poco el miedo; la mayoría quería solo presumir la posesión y desconocía por completo que tenía en las manos.

Recogió los pies, sentándose a lo indio en el asiento, ladeando el rostro al verlos. — ¿Qué tienes ahí, Jenna? —Su curiosidad era un rasgo distintivo de él. Colocó el maps en el portacelular que estaba en su auto, sonriendo— ¿Quién lo diría? Pasarás conmigo los próximos días, ¿emocionada? —La ruta marcaba un tiempo de 3 días para llegar, quizás 2 si Jenna hacía caso omiso -como normalmente pasaba- a la seguridad al conducir un vehículo.

—Eso es lo que vamos a descubrir —y era esa incertidumbre, la expectativa y los giros inesperados lo que lograban que Jenna sonriera con el prospecto de lo que les podría esperar—. Conseguí la información como forma de pago a unas reliquias que conseguí para un coleccionista.

Jenna le pasó un pequeño papel a Thanatos con dos números extraños—. Son coordenadas, ahora sé útil y búscalas.

Solo cuando Thanatos se acomodó por completo en el asiento, sus pies chocaron con unos cuadros extraños—. No los rompas, debo devolverlas de donde las saqué.

Jenna había robado unas reliquias, las había dado al coleccionista y una vez que recibió su pago... sí, las había decidido robar de nuevo solo para devolverlas a su sitio original. Pero todo eso después de conseguir su tesoro, claro que sí.

— Anunciarme haría que perdiera el factor sorpresa, la presentación y emoción de verme, ¿Qué clase de dios aburrido sería?

Le dio unos golpecitos en el hombro con la mano para indicarle que se apartara un poco, pues en ese momento se levantó y como pudo, se pasó al asiento del copiloto, dando empujones no necesariamente accidentales a Jenna.

— ¿Qué tesoro es? Dame detalles, al menos así sabré como no dejarte morir.

Jenna casi presionó el botón de reinicio para su siguiente vida cuando Thanatos la tomó de sorpresa. Y, claro, volteó a verlo entre rizos y unos ojos azules llenos de una mezcla de recriminación y curiosidad:— Oye, ¿y si primero me avisas que me vas a acompañar antes de que te aparezcas de la nada? Ay, estos dioses y sus manías de no anunciarse.

La reencarnada cambió de canción —ahora empezaba a sonar una muy animada: On my way— y se encogió de hombros. — ¿No quieres cambiar de rutina? Vamos, desenterramos algo y de ahí vamos por cajitas felices.

— ¿Un tesoro? ¿Métodos cuestionables? Pensé que iríamos solo por una hamburguesa— Y ahí estaba, metido en el asiento de atrás, con los brazos apoyados sobre el pecho.