Escuchaba todo con interés, sin tomárselo muy en serio, ya que la idea de alguien que pudiera aniquilarla definitivamente era entretenida (aunque tuviera prohibido morir). La sonrisa burlona de Liz se le borró cuando él le tocó la frente, ya que la magia de Jin le hacía daño, y aunque no era severo, sintió un pinchazo en su frente que la hizo retroceder, obteniendo la imagen vaga de un montón de personas que nunca había visto, pero que vivían en su cabeza.

—Jin —musitó irritada, sobándose la frente— Qué afán con lastimarme tienes, ¿eh?