— Solo quería advertirte, si te llegas a encontrar uno de esos, huye. — Sonrió complacido al verla irritada, incómoda y molesta. — ¿Aún así quieres conocerlos? — Mantuvo una cínica sonrisa.
Escuchaba todo con interés, sin tomárselo muy en serio, ya que la idea de alguien que pudiera aniquilarla definitivamente era entretenida (aunque tuviera prohibido morir). La sonrisa burlona de Liz se le borró cuando él le tocó la frente, ya que la magia de Jin le hacía daño, y aunque no era severo, sintió un pinchazo en su frente que la hizo retroceder, obteniendo la imagen vaga de un montón de personas que nunca había visto, pero que vivían en su cabeza.
—Jin —musitó irritada, sobándose la frente— Qué afán con lastimarme tienes, ¿eh?
— El estar así es solo una consecuencia de todo lo antes mencionado. — liberó un suspiro con desasosiego. — Cualquiera que se tope contigo, te eliminaría sin dudarlo. — Con el índice de su diestra tocó la frente de la demonio, compartiéndole vagos recuerdos de algunos miembros de su secta, evitando mostrarle a ella sus rostros. — Yo soy el más débil de todos ellos. —
—¡Claro que no! —sonrió ampliamente, sin poder ocultar las intenciones que sí tenía de decir algo sarcástico o de broma. Tenía los brazos cruzados, pero se acercó a Jin, con genuina curiosidad y también, entretenida por sus reacciones; le gustaba molestarlo.
—¿Entonces están todos musculosos y fuertes en esa secta? ¿No hay alguno que tenga morbo por acostarse con una demonio? Hmm. —no pudo evitar soltar algún comentario indecoroso, mientras reía.
— La meditación es una forma de regular el flujo de nuestra energía vital interna para abrirnos paso por los diferentes caminos del Qì, logrando así la iluminación y obtención de más poder, pero se requiere la disciplina necesaria, realizar un entrenamiento arduo y también practicar las diferentes artes marciales de la secta, entrenando cuerpo y espíritu puedes alcanzar el nivel celestial de la puerta dorada, un rango que solo los ancianos del culto han llegado. — Sacudió su cabeza. — Igual no sé por qué te estoy diciendo todo esto, conociéndote, saldrás con alguna sátira. —
