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J1577767 · 100+, M
Al finalizar aquellos impulsos, el malévolo Doctor aprovechó un mísero momento para normalizar su ritmo cardíaco y otras alteraciones, era suficiente con al exhalar con profundidad, alcanzando de manera inmediata la templanza de su mente una vez más.

Pronto la voz de la Condesa se pronunció con un aire de curiosidad, deseosa de saber el avance que había logrado aquel mago inglés, quien pronto desvió su sereno mirar hacia la rubia. - Efectivamente... Aunque aún mejor, esa hechicera molesta no nos detendrá esta vez, ya que ha muerto... Pero lo mejor de todo es que parece que he encontrado la llave para entrar, parece vulnerable y fácil de manejar. Dijo mientras levando sus manos al nudo de su corbata, le sentía algo ajustada. - Todo esta saliendo según lo planeado... Pronto comenzará la "Puesta de sol naciente" -
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era más una provocación y un mero placer, y, a su vez, que las pocas miradas que yacían en el lugar percibieran como ese ser, que se le conocía por rechazar el contacto físico, a ella fácilmente se lo permitía y sin retobar; un lujo que le encantaba presumir y explotar frente a quien sea. [/code]
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[code]— Me halaga esa atracción mutua, Dee.

Sus largos y delgados dedos se dedicaron a trazar suaves y delicados caminos en el cuello del rubio, del lado contrario a donde le había mordido. Iba bajando muy lentamente su mano, hasta que llegó a la altura de la abertura de su camisa desbotonada; aprovechó para irla cerrando y acomodar su corbata, dejándolo como en un principio, como si nada malo hubiese acontecido.

— ¿Ya hay noticias de todo aquello que quería hacer? ¿O sigue buscando entretenimiento mientras le llega la solución a sus manos? Los enemigos no mueren solos.

Se levantó muy despacio y acomodó su largo y rojizo vestido, el cual lucía bien arreglado y planchado. Se sentó a su lado y volvió a cruzarse de piernas, dejando los brazos recargados en el respaldo del sofá. A este punto, ya no le importaba si el vestido se humedecía con el alcohol, el realidad el sentarse en las piernas contrarias

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J1577767 · 100+, M
[...] Sus dedos se hundían en la espalda ajena tratando de advertirle que estaba por drenarle completamente, sin embargo, con el correr de los minutos la fuerza en su agarre se fue perdiendo, así mientras sentía como perdía aquel líquido vital. Temía por su vida, sin embargo, le excitaba de alguna manera aquella experiencia siempre tan cercana a la muerte.

Estaba por ocultar sus ojos detrás de sus párpados, sintiendo como éstos se cerraban a causa de la debilidad física que implicaba la pérdida del plasma hasta que, repentinamente se detuvo. Abrió nuevamente sus párpados en una leve sorpresa que se notaba en su rostro, así mismo su pecho subía y bajaba a velocidad pues se había agitado un poco. - Y usted, Milady, siempre logra sorprenderme y extasiarme al hacerme sentir siempre cerca del borde del acorde final... siempre de una nueva manera. -**
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**Sus mejillas habían adquirido un suave carmín al comenzar a sentir los efectos del alcohol tras beber del vino que había derramado intencionalmente en el suelo de la estancia de aquel lúgubre escondite. Sus pupilas crecieron por un instante se dilataron al sentir como el alcohol adormecía sus sentidos mientras recibía aquellos besos y lamidas en torno a su fino cuello.

Todo parecía como si fuese la primera vez, pues ella siempre encontraba la forma de sorprenderle. Sus pupilas se contrajeron en el instante exacto los caninos perforaron aquella pálida piel del doctor, percibiendo aquel agudo y punzante dolor que le hizo tensar el cuerpo por un instante y llevarlo al punto de aferrarse a ella, mientras un grito se ahogaba en sus cuerda vocales, le era imposible gritar de alguna manera, su mirada se llenaba de una especie de angustia o, tal vez era placer, pues de una manera podía sentir dolor, seguía vivo y aún quedaba un pequeño rastro de humanidad en él. [...]
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[code]Detuvo tan pronto como pudo su acción, elevando la cabeza más no sin antes dejar un último lametón en su cuello, con un rastro de saliva y sangre como marca en su piel.

Le miró fijamente, con esos ojos inundados de un placer infinito, con el brillo de una moneda de oro, con la sed de alimentarse más por el mero placer de seguir teniendo ese dulce sabor en su boca. De sus comisuras resbalaban hilos de sangre que iban empapando su mentón hasta romperse en este y terminar por caer en sus turgentes senos, deslizándose por el canalillo y finalmente desaparecer entre el escote de su ropa.

Ávida, su lengua pasó por sobre sus propios labios, relamiéndolos, tomando toda la sangre que los habían teñido en carmín.

— Tiene la sangre más dulce que jamás había probado... La adicción hacia su persona crece cada vez más, Doctor. [/code]
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[code]para lo que se venía.

Su boca se abrió de par en par, dejando que esos impolutos dientes quedaran a la vista, brillando con la poca luz que había en la sala; y sin esperar más, "hincó" el diente en la pálida piel de su acompañante, perforando hasta llegar a la yugular, la zona de donde extraería el máximo posible de sangre, o ese era su plan.

Un minuto, dos minutos, tres minutos, pasaba el tiempo y ella no se detenía de chupar la sangre, como una sanguijuela regordeta alimentándose más y más hasta saciar su hambre, el sabor era exquisito, un dulce y tenue manjar que enloquecía sus papilas gustativas y que le aferraban a beber hasta la última gota; pero su cordura hacía mella en el asunto, pues ella le decía que debía parar o acabaría con la vida de un hombre inmortal, que al final de cuentas seguía siendo un simple (Y carismático) humano.

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[code]— Fortuna o infortunio... Al final a mis presas les agrada. Me halaga que se sienta fortunado y honrado, Doctor Dee.

Atenta, más que verlo a los ojos, veía provocativa ese cuello que era despojado de lo que para ella eran ataduras; aquello que escondía lo más precioso, lo más puro y delicioso del mundo; un sabor delicado que ya de por si estaba antojada, babeando y degustando sin saber si quiera el verdadero sabor del líquido vital del rubio.

Sin pena y sin pudor, apenas el cuello quedó por completo a la vista, sus labios se abrieron ligeramente, un suspiro salió de ellos y, embriagada por el aroma de su piel, se fue directo a la yugular.

Besos y caricias con su lengua repasaban esa zona, cual si creara un trazo con saliva que subía y bajaba ansiosa desde el cuello hasta la clavícula; una extraña provocación que deseaba transmitirle al rubio, preparándolo

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J1577767 · 100+, M
@Eᴌizαвᴇтӈ Βαтӈoʀʏ: Pronto regresó a su erguida postura sobre aquel sofá para dedicarle una mirada confiada, mientras su diestra se ocupaba de aflojar el nudo de la corbata y abrir el cuello de aquella elegante y bien planchada camisa. - ¿Oooh? Me considero afortunado y honrado de poder ser considerado de esa manera, Milady. -

Separó un poco más aquellos lados de la camisa para mostrar el cuello ataviado con una piel casi tan pálida como cualquier otro muerto, sin embargo, éste gozaba de buena salud gracias a métodos poco convencionales que le otorgaban longevidad y, hasta cierto punto, inmortalidad.
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— ¿Mi lugar favorito? Depende la persona. Si se trata de ti, es obvio que prefiero el cuello. Si es una persona cualquiera, tiendo a morderle el cuello o la muñeca.

Soltó un nuevo suspiro, viendo fijamente la yugular del rubio. Podia percibir como su sangre fluía por sus venas, como su corazón latía e incluso, sin si quiera tocarlo o alguna vez probado esa sangre, sabía lo tibia que estaba y que posiblemente para ella sería un dulce manjar que estaba ansiosa por saborear.

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