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Desde que había delegado el reino de Arendelle a Anna, Elsa podía darse nuevas oportunidades para conocer el extenso mundo del que estuvo privándose la mayor parte de su vida. Asentarse y cuidar de Ahtohallan fue una decisión que cambió rotundamente la manera en que Elsa veía pasar los días; si había encontrado un lugar tan asombroso y mágico en el cual desenvolverse, ¿qué más tenía el mundo por ofrecerle? Ahora que había dejado la inseguridad de lado, abrirse paso entre senderos desconocidos suponía una tarea fácil de llevar.

Fue así como la ex-reina de Arendelle, atraída por la magia, llegó a un pequeño poblado en tierras calurosas. Tenía que abanicarse con la mano para no sufrir las consecuencias del calor. ¿Sería que al estar relacionada con el frío, corriera el riesgo de derretirse como un hielo? ¡Oh! La idea le hizo reír un poquito. Sonaba tanto a Anna…

Ojalá su hermana pudiera estar ahí, apreciando la multitud de colores repartidas en casas y calles. {+}

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