.- El palacio completo ha sido decorado , cada miembro de su servicio estaba recorriendo de un rincón a otro siguiendo a detalle las ordenes de su señor, la ocasión? Una navidad única y una cena planeada hace semanas, una mesa para dos ocupaba lo que antes era el lugar de una mesa enorme, de mas de 15 lugares, la cena estaba lista, copas del mejor vino servidas, y la música tenue de la sinfonía de Mozart resonando en el ambiente, solo faltaría ella, su amada, ha enviado a uno de sus empleados a ir por ella, la ocasión era especial, una cena para solo ellos.-
- Era placentero, cada tacto contrario sobre su piel, cada beso, incluso un roce le hacia desear más de él. Se deleitó observando su expresión mientras le tomaba de la mano, observando sus labios sobre su piel, y por supuesto, aún mas cuando llego aquel ansiado beso que le haría olvidar por algunos instantes donde se encontraban y el motivo de estar allí. -
Y vaya que me has sorprendido..
- Le seguiría, escuchando el sonido de sus propios pasos pues los contrarios eran suaves y silenciosos. Observaria la mesa sin poder evitar una expresión de sorpresa tanto por lo meticuloso de la planificación como por lo que acababa de notar -
Puedes comer comida humana? Igual que el? - Le observaria maravillada, con fascinación incluso en su mirada esmeralda. Cada día aquel hombre le cautivaba más, y si, aquello era posible -
.- Alli le esperaba. junto a la silla que su hermosa "Hermana" ocuparía, no tardo en ir en su encuentro y sostener con suavidad y elegancia única la mano derecha de la misma, besando el dorso de una manera que haría temblar las piernas de cualquier doncella.-
Te ves hermosa mi amor
.- Susurra, y luego fue sus labios los que beso con suavidad, ternura en un inicio que no tardaría en volverse pasional encuentro de sus bocas, no podían pasar minutos sin que deseara besarla, al detenerse le sonríe, su mirada azul la guía hasta la silla y las velas son el único resplandor del ambiente.-
Te seré sincero, tengo semanas planeando esta noche...
- Habia sido avisada de que su rey le esperaría al anochecer, por lo mismo había pasado una buena parte de las horas diurnas poniéndose “presentable” para la ocasión. No solía ser una chica demasiado delicada o femenina más aún así se había esmerado aquella vez, después de todo había sido criada como una princesa y ahora estaba allí como una reina.
A la hora pactada cruzaría su nuevo hogar hasta el sitio acordado, observando maravillada las hermosas decoraciones que habían colocado los sirvientes, maravillándose aún más al llegar a donde era esperada, dándose una vuelta mientras entraba para admirar todo aquello. Una sorpresa maravillosa-
