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— ¿Té? — Preguntó con ligereza. La dama observó sin inmutarse cómo se destruía la cárcel de su prisionero: un gólem había aparecido en el juego y ello le hizo soltar una carcajada.
— Vaya... — Soltó al verle sentado sobre las rocas que conformaban su hombro, pero tras chasquear sus dedos recuperó su forma de driada para invocar veloz y precipitadamente las raíces que atravesaron la tierra y atraparon los tobillos del coloso, deteniéndolo en seco. La extensión de la madera aumentaba conforme trepaba el cuerpo que parecía petrificarse a voluntad de la mujer.
— Dame detalles. — Exigió sin dar explicación mayor a su petición mientras se estiraban las piernas hechas de troncos gruesos y detallados con perfecta precisión del cuerpo de una fémina, colocándose a la altura de aquel que se mantenía siendo su prisionero.
— Vaya... — Soltó al verle sentado sobre las rocas que conformaban su hombro, pero tras chasquear sus dedos recuperó su forma de driada para invocar veloz y precipitadamente las raíces que atravesaron la tierra y atraparon los tobillos del coloso, deteniéndolo en seco. La extensión de la madera aumentaba conforme trepaba el cuerpo que parecía petrificarse a voluntad de la mujer.
— Dame detalles. — Exigió sin dar explicación mayor a su petición mientras se estiraban las piernas hechas de troncos gruesos y detallados con perfecta precisión del cuerpo de una fémina, colocándose a la altura de aquel que se mantenía siendo su prisionero.
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