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— ¿Té? — Preguntó con ligereza. La dama observó sin inmutarse cómo se destruía la cárcel de su prisionero: un gólem había aparecido en el juego y ello le hizo soltar una carcajada.
— Vaya... — Soltó al verle sentado sobre las rocas que conformaban su hombro, pero tras chasquear sus dedos recuperó su forma de driada para invocar veloz y precipitadamente las raíces que atravesaron la tierra y atraparon los tobillos del coloso, deteniéndolo en seco. La extensión de la madera aumentaba conforme trepaba el cuerpo que parecía petrificarse a voluntad de la mujer.
— Dame detalles. — Exigió sin dar explicación mayor a su petición mientras se estiraban las piernas hechas de troncos gruesos y detallados con perfecta precisión del cuerpo de una fémina, colocándose a la altura de aquel que se mantenía siendo su prisionero.
— Vaya... — Soltó al verle sentado sobre las rocas que conformaban su hombro, pero tras chasquear sus dedos recuperó su forma de driada para invocar veloz y precipitadamente las raíces que atravesaron la tierra y atraparon los tobillos del coloso, deteniéndolo en seco. La extensión de la madera aumentaba conforme trepaba el cuerpo que parecía petrificarse a voluntad de la mujer.
— Dame detalles. — Exigió sin dar explicación mayor a su petición mientras se estiraban las piernas hechas de troncos gruesos y detallados con perfecta precisión del cuerpo de una fémina, colocándose a la altura de aquel que se mantenía siendo su prisionero.
IgnisScientia · 31-35, M

IgnisScientia · 31-35, M
El silencio sepulcral luego de ello, sólo fue roto por el súbito impacto de una mole de piedra que golpeó el cilindro desde afuera, agrietando profundamente el hielo.
Un enorme golem hecho con las piedras cercanas, se alzaba abatiendo a puñetazos la prisión del hechicero. Medía poco menos de tres metros y su postura era similar a la de un gorila. En el lugar en donde figuraba el rostro del titán yacían los dos guijarros manchados de sangre que Ignis había desechado instantes atrás.
El coloso de piedra arremetió con fuerza, destruyendo la prisión de hielo y sacando al humano de su encierro para colocarlo sobre su hombro.
Ingis tardó un poco en reaccionar. El frío extremo lo había hecho entrar en shock y fue hasta segundos después que pudo hablar sin titiritar. —¿Juguetes? Pues aun tengo unos cuantos... Pero no los he traído a todos conmigo.— Se encontraba sentado sobre el golem, observando a la expectativa el cúmulo de hielo destrozado.
Un enorme golem hecho con las piedras cercanas, se alzaba abatiendo a puñetazos la prisión del hechicero. Medía poco menos de tres metros y su postura era similar a la de un gorila. En el lugar en donde figuraba el rostro del titán yacían los dos guijarros manchados de sangre que Ignis había desechado instantes atrás.
El coloso de piedra arremetió con fuerza, destruyendo la prisión de hielo y sacando al humano de su encierro para colocarlo sobre su hombro.
Ingis tardó un poco en reaccionar. El frío extremo lo había hecho entrar en shock y fue hasta segundos después que pudo hablar sin titiritar. —¿Juguetes? Pues aun tengo unos cuantos... Pero no los he traído a todos conmigo.— Se encontraba sentado sobre el golem, observando a la expectativa el cúmulo de hielo destrozado.
IgnisScientia · 31-35, M
El castaño se preparó lo suficiente y entre tirones y sacudidas logró dislocarse el hombro para poder escurrir su brazo derecho entre los pedruscos. Un gesto de evidente dolor se dibujó en el hechicero y a su vez, un segundo torrente de burbujas escapó de sus labios cuando devolvió el hombro a su lugar. El tacto de Ignis buscó el rostro traslucido de la doncella. Sus brillantes ojos naranjas delataban su ubicación. — O-Oye... ¿Hace frío aquí, o sólo es tu actitud...?
El agua alrededor de su diestra comenzó a bajar de temperatura súbitamente. La ola de frió se expandió por todo el cilindro de agua, congelandola casi al instante, y dejando a Ignis inmóvil en una tumba helada.
El agua alrededor de su diestra comenzó a bajar de temperatura súbitamente. La ola de frió se expandió por todo el cilindro de agua, congelandola casi al instante, y dejando a Ignis inmóvil en una tumba helada.
IgnisScientia · 31-35, M
No había mucho que pudiera hacer. Ignis no venía preparado, después de todo sólo tenía planeado una tranquila tarde de recolección. Pero aun con la evidente desventaja, el castaño sonreía al percatarse del cambio de actitud de la doncella. Sin embargo, no tuvo mucho tiempo antes de que aquellos afilados picos de piedra atravesaran el cilindro, haciendo aun menor su ya de por sí reducida ventaja.
—Sabes que todo esto se pudo arreglar con una charla civilizada y un par de tasa de té ¿Cierto?— Bromeó apenas, mientras intentaba zafarse inútilmente de la trampa de rocas. El hechizo de afinidad acuática no iba a durar demasiado, y una bocanada de burbujas de aíre que escapó de sus labios fue la delatora de que su encantamiento no sería eterno.
—Sabes que todo esto se pudo arreglar con una charla civilizada y un par de tasa de té ¿Cierto?— Bromeó apenas, mientras intentaba zafarse inútilmente de la trampa de rocas. El hechizo de afinidad acuática no iba a durar demasiado, y una bocanada de burbujas de aíre que escapó de sus labios fue la delatora de que su encantamiento no sería eterno.
— ¿Qué juguetes más podrás llamar?... —El destello Naranja de sus ojos delataba su brutal capricho por saber cuántas formas tendría él para contrarrestar sus invocaciones naturales.
Al ver tal drama simplemente curvó los labios hacia un lado, maliciosa y complacida. Invocó del suelo afilados pedruscos que penetraron sin alterar la consistencia del cilindro, haciendo que el joven quedase atrapado entre ellos para evitar su movilidad sin causarle mayor daño.
— No me provoques, humano. — Diría con un pequeño halo despectivo en la última palabra mientras escudriñaba a detalle las curiosas formas de obrar que tenía el extraño. Había pasado de una furia incontrolable a una curiosidad indomable y ello hacía aún más peligrosa la situación. Su cuerpo de agua le permitió rodear como una naga traslúcida la cárcel momentánea del varón, apreciando cómo hacía sus trucos.
Los objetos del hombre fueron, sin que los notase, tragados por la tierra con una silenciosa oración de sus labios.
— No me provoques, humano. — Diría con un pequeño halo despectivo en la última palabra mientras escudriñaba a detalle las curiosas formas de obrar que tenía el extraño. Había pasado de una furia incontrolable a una curiosidad indomable y ello hacía aún más peligrosa la situación. Su cuerpo de agua le permitió rodear como una naga traslúcida la cárcel momentánea del varón, apreciando cómo hacía sus trucos.
Los objetos del hombre fueron, sin que los notase, tragados por la tierra con una silenciosa oración de sus labios.
IgnisScientia · 31-35, M
— Vaya… Y yo que pensaba que estar dentro de una mujer iba a ser más emocionante…— Lentamente Ingis se soltó la garganta para revelar un par de branquias que había logrado invocar con un simple hechizo de afinidad submarina. Una pequeña risa hizo eco al moverse a través del agua, mientras el castaño parecía disfrutar de su chapuzón imporvisado.
—¿Que no tengo idea a lo que me enfrento..? Es curioso, iba a decirte exactamente lo mismo.
—¿Que no tengo idea a lo que me enfrento..? Es curioso, iba a decirte exactamente lo mismo.
IgnisScientia · 31-35, M
La ofensiva de parte de la ninfa no fue un ataque con la espada carmesí. Al parecer no era una simple dríade, pues la esencia de su cuerpo cambió por una de estado líquido. Los instantes de sorpresa fueron suficientes para que Ignis se descuidara y quedase atrapado en aquella trampa de agua. Apenas pudo atinar a dar una última bocanada de aíre antes de quedar sumergido completamente. Tras todo el ajetreo de segundos atrás, el bosque volvió a quedar en silencio.
Los minutos fueron eternos, mientras el castaño intentaba nadar de manera infructuosa hacia las paredes del cilindro, era como si fuertes corrientes se esforzaran por mantenerlo preso. Con desesperación, se llevó ambas manos a la garganta mientras de su boca escapaban las últimas burbujas de aliento. El cuerpo inmóvil del hechicero, yacía flotando en la pecera mortal.
Los minutos fueron eternos, mientras el castaño intentaba nadar de manera infructuosa hacia las paredes del cilindro, era como si fuertes corrientes se esforzaran por mantenerlo preso. Con desesperación, se llevó ambas manos a la garganta mientras de su boca escapaban las últimas burbujas de aliento. El cuerpo inmóvil del hechicero, yacía flotando en la pecera mortal.
IgnisScientia · 31-35, M
—Oh dulzura… Si supieras las cosas que mis labios son dignos de hacer… — La furia en los labios de la doncella del bosque era más que evidente. Las sutilezas y la cordialidad se habían terminado y fue aquella respuesta, pícara y descarada la que marcaba el fin del tacto del hechicero para con ella.
Ignis presenció con precaución la invocación de tan ostentosa arma. Con ambas dagas fuera de su alcance, la desventaja era más que notoria. ¿Entonces por qué sonreía de esa manera?
Las piedras dejaron de orbitar alrededor de la diestra de Ignis. El hechicero las atrapó con su mano aun manchada de la sangre derramada por el filo de su propia arma y las arrojó con fuerza a un costado. Unos simples guijarros no tenían comparación con tan magnifica arma. Así que era mejor no gastar energía.
Ignis presenció con precaución la invocación de tan ostentosa arma. Con ambas dagas fuera de su alcance, la desventaja era más que notoria. ¿Entonces por qué sonreía de esa manera?
Las piedras dejaron de orbitar alrededor de la diestra de Ignis. El hechicero las atrapó con su mano aun manchada de la sangre derramada por el filo de su propia arma y las arrojó con fuerza a un costado. Unos simples guijarros no tenían comparación con tan magnifica arma. Así que era mejor no gastar energía.
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