Hs1552176

Apacible, serena, calma. Aquella velada conservaba en su existencia etérea mesura, digna de ser admirada por cualquiera que fuese acobijado por su ancestral manto, nix imperiosa. La senda impredecible era únicamente alumbrada por la gloriosa dama platinada, misma que con altivez, había pasado a tomar posición inamovible en su trono, a lo alto de la bóveda celeste, retosando a gea con su fraternal caricia. El viento, dominante en aquel paraje se hacía notar con su resoplar quieto; las frondas ubicadas en las copas de los árboles se removían inquietas, desprendiéndose de aquellas fuertes ramas, únicamente para emprender una danza afable con el eolo, hasta ubicarse sobre el suelo que custodiaba el bosque ornamentado en verde pastizal.

Tan errante e inmarcesible, el complejo arbóreo se engalanaba con abetos, pinos y arbustos, la primavera permitía que aquel color avivará el paraje, volviéndolo casi sagrado, empero, sin importar que tan oscura fuese la noche, aquel brilloso tono en el natura, destellaba cual estrellas celestes navegando en la inmensidad del cosmos. [ . . . ] Colores carmesíes, violetas y rosáceos custodiaban el área protegida por ella, aquella que sin pedirlo, gobernaba los avernos. El brío perpetuo de su esencia inundaba de tremenda paz el ambiente, inclusive, el cántico ancestral de su angelical voz meliflua, evocaba quietud y calidez al espíritu.

Sus cabellos azabache, que en algún momento fueron platinados, caían cual cascada errante, desembocando desde lo alto de su cabeza a su frágil espalda, adornando en pequeñas ondas el sitio donde permanecía sentada, engalanando dicha melena con pequeños fragmentos de rubíes incrustados entre los hilos y una tiara ceñida sobre sus cienes. Su piel, perfección inmaculada tersa y suave, conservaba su peculiar níveo, tan blanco como la nieve, tan fría como los copos que no abandonaban al invierno ni por error. Una majestuosa tela de seda dorada adornaba su efigie esbelta y delicada, resaltando graciosamente el brillo de sus fanales avellanos [. . .] Al rededor de su sagrada figura, rosas rojas, negras y blancas se dejaban ver con vehemencia, cuasi como si de valientes protectores para se trataran.

Abstraída en su propia existencia, la noble soberana permaneció taciturna y quieta en su lugar, contemplando maravillada el prado procreado sin intención, con sus propias manos. — Hace mucho tiempo que ya no sentía tanta tranquilidad. . .

Mantenía una postura a la defensiva, alerta ante cualquier acto que pudiera ser malicioso — ¡Claro que no es gracioso! — Exclamó intentando adivinar en qué punto podría provenir dicha persona. — Mejor sal de dónde quiera que estés si no quieres estar en problemas — Dijo en tono firme.

Segundos después de hablar sintió una presencia totalmente diferente a la de los humanos y por supuesto a la de los vampiros, sabía que no era alguien normal pues sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo, como si un Dios estuviera frente a ella. —¿Quién eres tu? ¿Por qué dices que nos han creado? — Preguntó inmediatamente al escuchar dicho comentario manteniendo su postura defensiva.

---

¡Hola! Una enorme disculpa por tardar en responder, tuve muchos compromisos, intentaré estar más seguido por estos lados ^^

Igualmente

[code]-Estaba por mencionar palabra alguna pero en ese momento sintió como ambos se elevarían a lo que la chica sin más reacciono abrazándose al cuello del chico y ocultando su rostro en el hombro ajeno, aunque ahora fue un ser demoníaco aun le temía a las alturas. Cuando por fin quedaron en la copa de aquel árbol mas alto solo echo un vistazo aunque prefirió mejor ver en todo momento el rostro el chico que al paisaje pero jamás dejo de abrazarlo de su cuello, solo sonrió algo nerviosa por donde estaban aunque trataba de no hacerse notar tanto.- Claro, dos seres inmortales teniendo una eternidad para hablar. -Rió por lo bajo un poco.- La verdad es que la persona que pase un tiempo con ella y decía amarme, creyó lo que deseo y no me dejo explicar un mal entendido, huyo del problema abandonándome y se fue sin más haciéndome ver la mala de todo eso. [/code]

[code]Pues ser un demonio tiene sus bajas y altas como todo en la vida, hasta ahora creo que bien. -Comento aunque no muy convencida.- Supongo que trato de sobrellevar las cosas. [/code]

[code]-Soltó el airé de sus mejillas para mencionar.- Lo sé, lo sé... Soy tan sensual. -Sonrió divertida mientras que se abrazo al antebrazo del joven.- ¿Esta vez a donde me llevarás?. [/code]

[code]-Cerro por un momento sus ojos ante la acción del joven para después inflar sus mejillas.- Moo~ . . . Me despeinas. -Abrió de nuevo sus ojos y miro a su ahora acompañante con una sonrisa.- Gracias me veo más sexy de demon. [/code]

[code]A mi también, ahora soy un demonio. -Besa su mejilla en forma de saludo.- [/code]