*Con paso sigiloso, Eremes buscó con la mirada a la mujer que tenía que encontrar, no pasó mucho tiempo antes de que sus ojos se posaran en la figura enigmática . Hilda de Polaris, reconocible por su elegante vestido de tonos fríos y su cabello plateado como la luna.
Eremes se acercó a Hilda, atravesando el ruido de la taberna. Mientras se acercaba, los murmullos se desvanecieron, y una mezcla de curiosidad y respeto en sus siguientes palabras*
mi señora Hilda, me han dicho que requiere de mi presencia, ¿en que puedo servirle?