*Entre las calles de Japón, caminaba con tranquilidad un samurái de cortas cabelleras, portando una espada como única arma, llevando un traje de color marrón oscuro descubierto un poco en el pecho. El samurái formaba parte del primer escuadrón y se encontraba en sus rondas dada por la orden de Hijikata, algo que le desagradaba porque le gustaba hacerlo enojar.
Recordó dicho acontecimiento, lo que no pudo dejar de sonreír, una sonrisa característica de sarcasmo y sadismo que era típico de él. Ya poniéndose en marcha y olvidándose de lo que había sucedido horas antes, miraba en los alrededores buscando algo, quizás una pelea que diera riendas a sus ansias de matar, ya que era muy hábil con la katana o espada y eso quería darle entender al mundo sobre sus habilidades.
No terminaba de pensar en lo que se podría encontrar cuando a lo lejos puede ver a una dama caminando un poco perdida. Una sonrisa se dibujó en su rostro, ¡Vaya! Una nueva víctima, pensó cuando se dispuso a caminar en dirección hacia ella intentando dar una primera impresión de amabilidad, para luego poder burlarse de ella igual como lo hacía con la joven que vivía dentro del Shinsengumi llamada Chizuru. Aunque le veía un poco de parecido a ella, no quería quitarse la satisfacción que él podría sentir cuando empezara a molestarla.*
Hola, ¿te encuentras perdida?
*Dijo, intentando sonar lo más amable posible y sonriéndole como era su peculiaridad.*
