Si, espero que no te incomode estar con los mortales abajo. *Se reía con sorna, porque pensó que el ajeno andaba de engreído, pero era común esa diferencia entre los que se embadurnaban en el ambiente de la música el creerse superiores a los demás, pensó que el ajeno estaba en esa transición. Sin más, la banda era un trío de ella en voz y bajo, un sujeto escuálido en las baterias, un ajeno con guitarra destartalada, poco más. Era esperable que no hubiese mucha gente, ya que se trataba de un concierto secreto. Ella se colocó un pasamontañas rojo.*