26-30, M
Nada por aquí...
About Me About Me NotesThe Whiteboard is a place where people can send Gestures, Attributes, Images, Comments, and much more...
This page is a permanent link to the comment below. See all comments »
Lene1576088 · F
— Jardín interior y libros. Lo tengo. Dalo por hecho, Héctor. Aunque el jardín será un poco complicado por el clima de Styria. —
No se podía echar para atrás, sola se ató la soga al cuello prometiendo cumplir cualquier capricho. ¿Tal vez debió limitarse más al momento de intentar animarlo? La próxima vez tendrá que tener más cuidado. Quizá no ofrecer cosas materiales, o ser más especifica con lo que le promete. Seguramente sólo le pidió aquello para verla fracasar, y eso es algo que jamás podría permitir. Pero ya no había marcha atrás. Suspiró, resignada ante su nuevo encargo.
Por otro lado, los libros... Eso era sencillo. No podía ser un castillo digno sin su buena biblioteca. Estaba segura que debían tener libros con las temáticas que le fueron solicitadas. Eso le ayudaría a ganar tiempo para conseguir más.
Oh, un momento. ¿Realmente estaba preocupándose tanto por complacer al forjador? Pero si la que debe mandar aquí es ella. Debía recobrar el mando total de esta situación. Sin percatarse se había doblegado, enternecida por Héctor y su cara de perrito abandonado.
Enarcó una ceja al escucharlo seguir con sus peticiones. El rostro de Lenore en este instante era un poema; una mezcla entre calma y furia. Sólo era necesario que alguien dijera una palabra equivocada para desatar su coraje. Y desgraciadamente no quería desquitarse con Héctor, o empezaría todo desde cero. Tal vez ya era hora de comenzar a disuadirlo por otro lado que no sea llenarlo de regalos.
— ¿Materiales para el martillo? Entiendo, entiendo. ¿Es tan importante para tu trabajo? Entonces le daré prioridad a eso. Creo que tu preciado jardín puede esperar un poco, ¿No? Y yo sé que eres más que un forjador, yo más que nadie en este castillo lo sabe. ¿O tu crees que te trataría bien sólo porque sí? Pudiendo torturarte hasta obligarte, pero no. —
Guió su andar, hasta colocarse tras Héctor, quien se encontraba escribiendo su lista de materiales, y con delicada agilidad, deslizó sus brazos alrededor de él, para abrazarle, mientras recargaba su rostro contra aquella espalda ajena. Desgraciadamente, no podía brindarle un tipo de calor físico, pero, reconocía la debilidad del forjador ante los gestos de afecto cómo este.
— ¿Te molesta si me quedo así? Sólo un ratito. Prometo después iniciar la búsqueda de todo lo que me pides. —
Endulzó su voz tanto cómo pudo, casi susurrante, mientras apoyaba sus manos contra el pecho del joven con firmeza, demostrando que no tenia intenciones de dejarlo en ese momento. ¿O sería acaso un recordatorio de que ahora él le pertenecía?
No se podía echar para atrás, sola se ató la soga al cuello prometiendo cumplir cualquier capricho. ¿Tal vez debió limitarse más al momento de intentar animarlo? La próxima vez tendrá que tener más cuidado. Quizá no ofrecer cosas materiales, o ser más especifica con lo que le promete. Seguramente sólo le pidió aquello para verla fracasar, y eso es algo que jamás podría permitir. Pero ya no había marcha atrás. Suspiró, resignada ante su nuevo encargo.
Por otro lado, los libros... Eso era sencillo. No podía ser un castillo digno sin su buena biblioteca. Estaba segura que debían tener libros con las temáticas que le fueron solicitadas. Eso le ayudaría a ganar tiempo para conseguir más.
Oh, un momento. ¿Realmente estaba preocupándose tanto por complacer al forjador? Pero si la que debe mandar aquí es ella. Debía recobrar el mando total de esta situación. Sin percatarse se había doblegado, enternecida por Héctor y su cara de perrito abandonado.
Enarcó una ceja al escucharlo seguir con sus peticiones. El rostro de Lenore en este instante era un poema; una mezcla entre calma y furia. Sólo era necesario que alguien dijera una palabra equivocada para desatar su coraje. Y desgraciadamente no quería desquitarse con Héctor, o empezaría todo desde cero. Tal vez ya era hora de comenzar a disuadirlo por otro lado que no sea llenarlo de regalos.
— ¿Materiales para el martillo? Entiendo, entiendo. ¿Es tan importante para tu trabajo? Entonces le daré prioridad a eso. Creo que tu preciado jardín puede esperar un poco, ¿No? Y yo sé que eres más que un forjador, yo más que nadie en este castillo lo sabe. ¿O tu crees que te trataría bien sólo porque sí? Pudiendo torturarte hasta obligarte, pero no. —
Guió su andar, hasta colocarse tras Héctor, quien se encontraba escribiendo su lista de materiales, y con delicada agilidad, deslizó sus brazos alrededor de él, para abrazarle, mientras recargaba su rostro contra aquella espalda ajena. Desgraciadamente, no podía brindarle un tipo de calor físico, pero, reconocía la debilidad del forjador ante los gestos de afecto cómo este.
— ¿Te molesta si me quedo así? Sólo un ratito. Prometo después iniciar la búsqueda de todo lo que me pides. —
Endulzó su voz tanto cómo pudo, casi susurrante, mientras apoyaba sus manos contra el pecho del joven con firmeza, demostrando que no tenia intenciones de dejarlo en ese momento. ¿O sería acaso un recordatorio de que ahora él le pertenecía?