*Curiosa, dulce y cándida, veía cada acción del regordete cochinito, permitiéndo que él fuese cuán hospitalario debe ser con un invitado, una señal de verdaderos modales que ella también ha aprendido a lo largo de su juvenil vida.- ¿Ñya? -Parpadeó con mayor curiosidad aún, aproximando su fina nariz al platillo que se le coloca enfrente y deleitándose con el apetitoso aroma que desprende. Silenciosamente, toma un trozo de papa cocida y finamente sazonada con su dedo índice y pulgar, luego le llevó dentro de sus labios para posteriormente comer, masticar y deglutir.- ¡ÑYAAAAA, ésto es delicioso, ñya! -Dijo con una bella sonrisa y comiendo ahora de la comida.-Tu hogar es muy bonito, pequeño. -Agregó ahora comiendo la carne, desgarrándola con ésos enormes y mortíferos colmillos que se asoman entre sus suaves labios, haciendo hincapié al peligroso felino que ronda por aquellos lares: El jaguar. -- ¡Ñya, ñya! Cham Cham vendrá más seguido a verte, y si lo deseas, puedes venir al hogar de Cham Cham, padre y madre estarán gustosos de conocerte, y quizá el oráculo del templo de Huitzilopochtli, te alabe como un bello ser que ha compartido de lo suyo con Cham Cham, la guerrera jaguar de élite, o bueno, estoy en vísperas de graduarme como guerrera jaguar de élite, es un mayor honor servir a los dioses y a mi pueblo. -Explicó mientras comía con gratitud y destreza, siempre con moderación en sus modales.-
