Era verdad, hasta se apenó por tal pregunta. Al menos hubiese agradecido a su padre que le avisara que tenía visitas. Volviendo a su guitarra, la tomó entre sus brazos, abrazándola. Su cara se recargaba entre el cuerpo y mástil.

—Sí. Bueno... No es algo que diga mucho. La verdad no me gusta que me pidan tocar lamento boliviano.

Negó, algo divertido para después levantarse y dejar la guitarra en su respectivo estuche. Haruki tenía dos, una eléctrica colgaba en la pared y en cuanto la acústica la puso cerca de su cama. Dónde también tenía encima un par de folletos con cosas escritas encima manchando la impresión de algunos textos.

—Estos son mis apuntes, mi abuela me dió algunos cuando era niño, sirven para aprender lo básico.