Esperaba fuera la última vez que lo mandaran al colegio para llevar el almuerzo, había querido dormir un poco más luego de desvelarse terminando unos trabajos de su instituto. El azabache se paseaba entre los pasillos en busca del aula de su primo. Trataba de llamarlo al celular, pero no contestaba.
—¿Y cómo pretendes que te dé tu almuerzo si no respondes? Dijo para sí luego de escuchar el buzón de voz. Estar entre tantas personas desconocidas lo incomodaban, sobre todo las miradas al ver que iba de civil y no como estudiante.
—¿Son compañeros? Eso es genial —Por fin parecía tener un golpe de suerte, como si de una salvadora llegara a su rescate—, ¿Y sabes dónde está ahora? Mis tíos pidieron que le viniera a dejar el almuerzo.
En eso extendió una pequeña bolsita en dónde venía una cajita con la comida y a la par un ramune, algo que Keiko pidió cuando Haruki iba camino al colegio. Aunque por todo el inconveniente que le estaba haciendo pasar no veía tan imprudente tomarlo, a fin de cuentas él lo pagó. Ya le daría el dinero para que se comprara otro.
