Esperaba fuera la última vez que lo mandaran al colegio para llevar el almuerzo, había querido dormir un poco más luego de desvelarse terminando unos trabajos de su instituto. El azabache se paseaba entre los pasillos en busca del aula de su primo. Trataba de llamarlo al celular, pero no contestaba.
—¿Y cómo pretendes que te dé tu almuerzo si no respondes? Dijo para sí luego de escuchar el buzón de voz. Estar entre tantas personas desconocidas lo incomodaban, sobre todo las miradas al ver que iba de civil y no como estudiante.
Desesperado empezó a fisgonear entre los salones, en alguno debía de estar, preguntó incluso a alguno de los profesores pero le dijeron que él no era su alumno, así que no servía de nada. Pasados unos minutos se dio por vencido, recargó la espalda contra una pared a lado de una puerta del salón y siguió llamando. Sin éxito, por supuesto. En ello advirtió a una rubia que se acercaba, parecía ser la única que notó que andaba ocupando ayuda. Internamente agradeció mucho su interés.
—¡Ah! Sí. Estoy buscando a Keiko, es del 2-B, ¿Lo conoces?
Mantenía esperanza en que sí, de lo contrario, ya sería caso perdido. Él acabaría comiéndose el almuerzo.
