Se lamentó un poco al ver la rostro de la fémina descompuesto por el miedo y un atisbo de tristeza que reconoció bien de un semblante similar al suyo, quizá había sido demasiado duro. A punto estuvo de hablar cuando ella empezó a contarle su situación, Haniel realmente no quiso preguntar por el resto de la historia ni verse inmiscuido en la vida del ángel guardián porque, de algún modo, temía que la historia se repitiera y acabara encariñandose con ella para después verla morir; aunque tampoco quería repetir la parte en la que no hacía nada, estaba en una encrucijada. — Puedes ser cuán bueno quieras, ayudar y esforzarte... Pero, allá arriba, para nosotros, pesan más los actos malos que los buenos porque se supone que la bondad y obediencia es lo único que se espera de los ángeles. Tan solo recuerda a Luzbel y a mi amigo. — Se encogió de hombros levemente y entrecerró los ojos. — No busques un perdón que no tendrás.