¿Anyel? ¿Una impresión extraña? ¿Por... Por qué? Sé que a veces puede mostrarse algo misterioso, por lo serio que es y no suele ser muy sociable con la gente, pero es completamente normal.
-Comentó la peliblanca con un tono bastante nervioso, no sabía si Lena se refería a que sentía que Anyel ocultaba algo, no sabía si sospechaba algo ya que aunque ambas eran mejores amigas, no le había contado nada de los poderes de los Vairants y era mejor que no lo supiera, por lo tanto, al estar ya sentada sobre el verde pasto, trató de cambiar de inmediato el tema de la conversación.-
Me podría ofender si no comes conmigo Lena, al menos un poquito.
-Sacó de la bolsita un pequeño recipiente de plástico, el cual contenía dentro unas bolitas blancas que despedían un fuerte olor a carne.- Mira, uno para ti y otro para Panzer. ~

No lo sé, Hana, ese sujeto me da una impresión algo extraña, pero es tu amigo y lo respeto.

-De hombros encogidos y facciones en constante tensión. Desvió su mirada, la sostuvo en el felino que parecía acurrucarse con los rayos del sol que calentaban aquel asfalto, sólo entonces volvió a sonreír con cierta calidez. De pronto atendería a su propuesta, la miró de regreso y sin dudar avanzó hacia el pastizal donde a su lado tomase asiento con las piernas flexionadas de costado.-

Panzer te quitó el almuerzo, pero yo no lo haré, aun así sabes que puedo acompañarte.

-Esta vez su sonrisa deslumbraba sólo para la albina, antes de que Lena recargase ambas palmas y así dejase a su propio torso inclinarse ligeramente hacia atrás, pues el cielo que despejado y cubierto por ese manto celeste tampoco podía ser ignorado ante los ojos de la pelinegra.-

Uhm... voy a pensar en un regalo para los dos. ~

Está bien, me parece perfecto, luego me vas a tener que contar todas las cosas que hiciste allí donde te irás ¿Vale?

-Los celestes ojos de Hanary volvieron a posarse en el felino, le gustaba como su enorme pancita se alzaba por lo gordito que estaba el gato, le hacía recordar a esos peluches llamados 'Dango'.- Dudo que se moleste, Anyel parece alguien serio pero no lo es, solo debes tomarte un poco de tiempo en conócelo mejor. Mmm, y si por algún motivo no puede, entonces yo lo cuidaré.
-Dicho aquello, la albina caminó un par de pasos hasta llegar a la zona verde del lugar, el día estaba muy fresquito, así que decidió sentarse en el reluciente pasto.-
¡Ven Lena! Comamos un poquito aquí, como un picnic improvisado ¿Qué te parece?

Prometo enviarte una postal cuando llegue. Tranquila, no es para siempre, voy a regresar.

-Con el felino ahora trepándose por su hombro, trató de poner su mejor sonrisa en medio de tan nerviosa situación. Negó con las manos y una gotita resbaló por su mejilla, mientras que el minino empujaba su cabecita contra el rostro de la muchacha, como queriendo restregar su pelaje y captar la atención de Lena.-

No quiero causarle molestias y menos a ti...

-Ágil el gatuno aterrizó de un salto sobre el terreno para tumbarse de lado nuevamente y bostezar, en lo que la pelinegra soltó un pesado suspiro y esta vez cruzando los brazos, añadió.-

Bueno, ya qué, pero tú le preguntarás. Sabes que no trato mucho con él.

A mí también me gusta el spaghetti, más cuando trae esas bolitas de carne encima, son muy ricas.

-Se mantenía sonriendo en todo momento, pero al ver que Lena se acercó y le comentó con un tono de pena, Hanary parpadeó curiosa prestando mucha atención.-
¿Eh?... ¿Te irás?
- Se alejó un poquito, mostrando ahora un semblante preocupado, observaba al felino y luego a Lena, sabía que los animales solían extrañar a sus dueños y aquello muchas veces era causante de pequeños accidentes en las mascotas al intentar buscar a sus dueños.
Pensó por un momento y luego comentó.-
Yo...
Yo podría cuidarlo, no sé si mis padres me van a permitir llevar a Panzer a mi hogar pero Anyel podría tenerlo en su casa, solo hasta que regreses.
Él vive en una casa muy grande y mayormente está solo ¿Se lo décimos?

Me gustan los dumplings o los rollos primavera, pero sabes que prefiero el spaghetti.

-Para pillarle a las bromas podía ser malísima, y es que Lena en su ingenuidad no parecía estar tan falta de conocimientos con respecto a la gastronomía internacional. Cargó al felino y bien acomodado entre sus brazos, buscaría jugar con uno de sus largos mechones negros que la fémina trató de ignorar, pues se acercaría a quien ahora la acompañaba para, un tanto penosa, confesar.-

E-Es verdad..., aunque siento algo de preocupación por el minino. Mi familia y yo iremos a vacacionar por una semana, no estoy muy segura de si Panzer lo vaya a notar.

Pero... Cada platillo tiene un nombre, muy mal Lena, deberías conocer más de las comidas extranjeras.

-Sonrió divertida, era más que obvio que bromeaba ya que ella misma no conocía muy bien todos los platos típicos de aquel país.

Se llevó una gran sorpresa cuando sintió al felino frotarse, incluso hizo un pequeño movimiento hacia atrás pero luego se calmó.- Es el gatito más tierno que he visto en mi vida... Mayormente huyen cuando uno los quiere tocar.
¿Quieres llevarlo? No sé si sea conveniente... Nos podrían castigar por llevar mascotas pero estoy segura que a todos les encantaría Panzú.

-Pronunció mal a propósito el nombre del gatito, como una señal de que ya le estaba agradando.-

No lo sé, yo sólo conozco a la comida china como...comida china. Prefiero la comida italiana.

-La pequeña sonrisa no se le borraba. Se sentía de cierto modo feliz ante ese breve encuentro con su mejor amiga. Y de la misma forma parecía estarlo aquel minino que luego de deglutir y recibir las caricias en su lomo, girase en dirección a la albina para acercarse y con movimientos elegantes restregarse a la altura de sus tobillos, lanzando un maullido corto y refinado.-

¿Crees que sea buena idea llevarlo un día a la escuela?

-Coloco con cuidado el cubito de carne sobre el suelo y luego dejó que el minino pudiera comer, tomo cierta distancia por si este le incomodaba la gente muy cerca de su comida.
Luego, alzo la mirada para observar a la pelinegra a los ojos y sonreírle.-
Comida china ¿Así no se le llama? No soy muy conocedora de los platillos asiáticos pero se veía rico.

-Dicho aquello, Hanary bajo la mirada para seguir observando al felino y también se animó a tocarlo, viendo que su contraria lo hacía y no era “castigada” por ello. Extendió el brazo diestro y toco con cuidado el peludo lomo del animal.-

¿Chi-fa?

-Peculiar y nueva palabra para ella, quien pestañeó en su extrañeza hasta ver a su ajena abrir del recipiente y ofrecer un trocito de res al minino. Éste por supuesto atendió con ambas orejas bien alertas, que de lo desparramado que se veía en el suelo, ahora se alzaba con las cuatro patas bien puestas en el terreno para acercarse y olfatear del alimento, agitando suavemente la cola como muestra de su curiosidad, antes de atrapar el cubito de carne con los filosos dientes y masticar. La pelinegra, por otro lado, presenció su escena y tras de sonreír, rascó el lomito de aquel peludo.-

Parece que le gusta.
¿Qué es exactamente?