Yo estoy un grado más arriba que tú, pero como presidenta de mi grado a veces nos envían a la sala de profesores. La maestra quiso que la ayudara con unos documentos, recuerdo que tu nombre y foto estaban ahí. Podrá parecer raro, pero tengo buena memoria fotográfica.

-Pasaron algunos puestos hasta llegar al de helados, donde la pelinegra se detuvo y frente a un pequeño cartel, buscó con el índice entre todas las opciones de sabor que dicho puesto ofrecía.-

¡Aquí está! Dos de dragón, por favor.

-El vendedor no tardó en actuar. Dos bolas de cremoso helado servidas en sus respectivos conos con cobertura de chocolate en la parte superior, no le tomó ni 2 minutos ofrecerles un cono a cada una, mientras que Lena ya estaba sacando un par de monedas del bolsillo de su falda. Pagaría por las dos, dedicándole una pequeña sonrisa al señor como agradecimiento antes de sostener su cono. El helado tendría un color fucsia, con semillas repartidas en todo su contorno.-

-Lo dejaría pasar por ahora. No iba a presionarla en el asunto, siendo más cautelosa al responder.-

De hecho es la primera vez, pero a lo mejor y mi mente jugó sucio. Ya sabes, los exámenes... y eso.

-Una sonrisita tímida asomó por sus labios, penosa como de costumbre. Avanzaba a su lado, jugando de vez en cuando con la arena bajo sus pies hasta toparse con una pequeña caracola de mar. Era perlada en su coraza que parecía haber sido pulida por los años, se detuvo y no tardó en levantarla para de un soplido quitarle el exceso de arena.-

Es extraño, pero sí, me gusta. Te queda muy bien.

-La miró de regreso y con la mano libre camufló una risilla muy discreta, y es que a su contraria en verdad se le daba fatal fingir, Lena no indagó más. Tan sólo extendió la caracola hacia ella, esperando que la tomase.-

¡Mira!
Tiene el color de tu cabello, anda, consérvala.
[...]

-Se le daba muy fatal mentir, era fácil darse cuenta que todo lo que decía hasta ese momento eran palabras pensadas de inmediato, a prisas, pero no tenía más salida; no podía confesar nada a alguien que realmente no conocía.- Mucho gusto Lena, yo soy Hanary Naeko, aunque bueno, ya lo sabes.
Es curioso, yo no te recuerdo ¿Estamos en el mismo grado? A veces suelo ser un poco distraída.

-Caminaron un poco más, acercándose a los pequeños puestos de comida que siempre solían tener los lugares de playa, estando allí, Hanary dio un brinco de emoción al enterarse de que existía una fruta llamada dragón.-
¡Quiero probarlo! ¡Vamos, vamos!

¡S-sí! A... A veces a estas horas suelen ocurrir cosas así ¿Nunca lo has visto?
-Sabía perfectamente que su mentira no funcionaba, el clima no la ayudaba pero no podía decir la verdad, era algo que nunca se planteó, en eso, una voz muy suave y melodiosa habló.-

Debí avisarte que no estabas completamente sola, siento que es mi culpa, pequeña. -Aquella voz solo la podía escuchar Hanary, siendo la de su Vairant o eso recordaba la peliblanca al aún no conocer muy bien al ente que vivía en ella.-

No te preocupes, veré qué hago... -Murmuró para si misma, lo más suave que podía para no llamar la atención o parecer una loca al prácticamente hablar sola. Luego, ante la pregunta de la muchacha de cabellos oscuros, Hanary sonrió con nerviosismo.- ¡Ah! Lo... Lo que sucede es que mis padres me dejaron teñirme el cabello ¿Te gusta? Y mis ojos... Son lentillas ¡Sí! Lentillas.
[...]

-La comisura de sus labiales apenas y se pronunciaron con una pequeña sonrisa. Lo sociable no se le daba bien, pero algo en esa muchacha le causaba intriga e iba a resolverlo. Un puesto de helados se exhibía al pie del malecón, la pelinegra entonces señaló con su mirada esperando que la contraria captase su repentino movimiento.-

¿Ya probaste los helados de aquí?
El de fruta de dragón es la especialidad del lugar.

¿Mucho viento? ¿Te parece?

-Parpadeó con extrañeza, aquello no la convencía y aún así fingió creerle. La brisa apenas hacía revolotear sus cabellos, fijándose en el extenso mar desde su lejanía. Olas que se alzaban naturalmente y se perdían en la orilla, no se parecían en nada al extraño evento de hace un momento.
Suspiró y ordenando un mechon tras su oreja, miró atenta al rostro femenino con ese peculiar celeste en sus ojos. Parecía un reflejo mismo del cielo en su mirada, llegando incluso a cautivarla por lo brillantes que eran a la luz del día.-

No te recordaba con esos ojos.
Me llamo Lena por cierto, quizá tú no me recuerdes, pero yo sí.
[...]

Por otra parte, Hanary no solo traía el cabello de un color muy inusual al ser el blanco, también tenía los ojos de un azul muy claro, casi tirando a celestes, color que antes no poseían sus ojos, viéndose incluso algo exótica.-

-La peliblanca miraba de derecha a izquierda rápidamente, como si estuviera buscando un lugar donde meterse y nunca más salir, era ese su propósito al saber que alguien se había dado cuenta de lo que hacía. Pronto se percató que su huida no fue fortuita al ver a la muchacha cerca, hablándole.

En un principio no prestó atención, siguió avanzando como si aquello dependiera su vida pero luego se dio cuenta que no podía quedarse todo así, debía solucionarlo. Se paró en seco y giró el rostro hacia la chica de cabellos negros, sonriendo lo de lo más fingido.-

Es... Es la corriente del mar, tal parece que hoy es un día muy... ¡Muy ventoso!

-Y no era así, si que había viendo el cual mecía las hojas de los árboles cercanos, pero no era nada inusual, nada que pudiera justificar lo sucedido.
[...]

-A lo mejor y no había salido nada. Lena ni siquiera supo cómo explicarlo, pero lo que en un principio fueron torpes huellas en la arena, desaceleró una vez que la alcanzara y caminase a su lado. Juntó las manos que apoyó sobre su propia falda, entonces se mantuvo unos segundos en silencio, mirando luego a su contraria por el rabillo del ojo.-

...Parecía una especie de remolino.

A-Ahm.

-Tragó saliva, fue discreta al hacerlo y en su rostro forzó una aligerada sonrisa fingiendo demencia ante la "sobrenatural" escena de la que fue testigo minutos antes. Una gota de sudor rodó por su mejilla y rascándose la misma con una mano, trató de poner su mejor cara. Con aparente calma.-

Eres Hanary ¿cierto?
Aunque tu cabello solía ser... bu-bueno... ¡Oye! ¡Espera!

-Los nervios la habían carcomido tanto que tropezaba en sus palabras, hasta que la viese partir y en eso sus ojos de un sobresalto la persiguieran al igual que sus pisadas. Trató de apresurarse lo más que pudo, evitando quedar muy atrás para que pudiesen hablar. Si la otra accedía, claro.-

Tú...también lo viste ¿verdad?
Eso que salió del agua...
[...]