Se iba a quejar, estaba a punto de hacerlo pero aquella caricia había sido suficiente para dejarlo con la palabra en la boca. Akihiko era demasiado astuto, aunque Haruki no sabía aun si lo hacía apropósito la única verdad es que, si no lo hacía con intención era mucho peor.

Sentía que podía inclinar su cabeza contra la palma ajena y sentir su calidez mientras cerraba los ojos pero ante la situación en la que se encontraban simplemente se quedó quieto unos segundos solo para separarse después, sintiendo como sus mejillas hormigueaban ante el tacto del rubio.

–Te lo agradezco y te recompensaré por esto, lo prometo.– Estaba dándole la libertad de pedir algo debido a este favor y es que realmente se sentía salvado con solo tenerle a su lado.

–Si despierta no seas agresivo con él, podría espantarse y querer asesinarte. Es una suposición porque te ves un poco intimidante.–