❝—Tal es el consuelo de los amigos: aunque se diga que han muerto, su amistad y su compañía no desaparecen, porque éstas son inmortales.❞ —William Penn. | Para los interesados, recuerden leer desde el comentario de más abajo.
—Pero ustedes siempre estarán aquí, ¿no es cierto? —Llevó su diestra hacía su pecho, lo apretó con fuerza, finalmente las lagrimas ganaron y empezaron a derramarse por sus mejillas.
Ellos eran el motivo de su lucha, y aunque no estaban físicamente, mientras él siguiera vivo ellos no morirían por completo, ya que el recuerdo siempre los mantendría vivos, tantos en la mente del cazador como en su corazón.
Haruka se sentó entre su padre y su hermana, ellos hablaban, ambos gozaban de un carisma extraordinario, todo lo contrarió a él que disfrutaba del silenció propio gozaba más escuchándolos hablar y reír. El muchacho sonrió levemente y por alguna razón que no comprendió sus ojos empezaron a soltar lagrimas, de pronto ya no podía escuchar de que hablaban su padre y su hermana, ni tampoco oler el tocino de su madre y en ese preciso instante Haru se percató de lo que sucedía. {...}
Abrió los ojos, era apenas temprano en la madrugada, sentía como se formaba un nudo en su pecho, combatió con sus propios sentimientos para no llorar. {...}
—En realidad, eso es mío. —Murmuró mientras les quitaba el tocino frente a sus narices, su padre hizo una expresión de drama exagerado —nada fuera lo común—, su hermana le miró con reproche. —¡Eso era mio, Haruka! —Pronunció el nombre completo de su hermano con toda la intención de hacerlo molestar. Una vena inmediatamente se marcó en la sien del azabache. —... La próxima vez, pidele a ese sujeto... —Señalo con la mirada a su padre. —Que te ayude con la tarea de matemáticas, Haruna. —Concluyo de forma burlona. —¡Deberías respetar más a tu viejo! —Exclamó su padre, James —orígenes ingleses—, dramatizando su expresión a la máxima potencia, Haru solo rodo los ojos y le dio una palmadita en el hombro mientras el lloraba por su tocino. —¡Ya basta! —Su madre dio un pequeño golpe en la mesa, sus facciones asiáticas eran muy marcadas, era una mujer hermosa, no entendía como un tonto de remate como su padre la había conquistado, aunque, de cierta
Quizá eran las ocho, probablemente las nueve de la mañana, pero el azabache aún seguía acostado en su cama, totalmente dormido, al menos hasta que escucho un "escándalo" en el piso de abajo. Abrió sus ojos con pereza incalculable, uso su baño privado para cepillarse y lavarse la cara, no demoró mucho, abrió la puerta de su habitación y empezó a bajar las escaleras con calma, entonces los vio, su padre y su hermana estaban peleando por quien se debería comer el último trozo de tocino, nunca iban a cambiar. Hizo un adaman de saludo.
Su madre, una mujer castaña, de facciones japonesas sonrió con dulzura a su hijo, luego estaba el hombre alto de larga y negra melena, su padre, a simple vista un hombre enérgico, jovial, con tal solo verle sonreír se notaba que era poseedor de un corazón de oro. Finalmente, su hermana pequeña, solo era un año menor, era muy bonita, aunque le faltaba algo de estatura. {...}
