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[code]Frunció un poco los labios, no entendió bien la razón del por que lo hizo. —Yukine se quedo estudiando con los apuntes que le llevas. —Contestó. Por un momento le dedicó una mirada de reproche, aunque su rostro se vio gracioso más que otra cosa con aquella expresión. —Deberías estar agradecida de que escuche tus rezos y vine a visitarte. —Comentó con cierto orgullo. Se cruzó de brazos a la altura de su pecho.

Empezaría a caminar por la habitación como si nada, indagando en el escritorio e incluso en su cama. —Eres muy ordenada. —Y aquello fue un alago, después de todo el tenia cierta maña con la limpieza y el orden. Finalmente se sentó a la orilla de la cama de la castaña antes de que sus azulados orbes se volvieran a ella. [/code]