[code]Frunció un poco los labios, no entendió bien la razón del por que lo hizo. —Yukine se quedo estudiando con los apuntes que le llevas. —Contestó. Por un momento le dedicó una mirada de reproche, aunque su rostro se vio gracioso más que otra cosa con aquella expresión. —Deberías estar agradecida de que escuche tus rezos y vine a visitarte. —Comentó con cierto orgullo. Se cruzó de brazos a la altura de su pecho.
Empezaría a caminar por la habitación como si nada, indagando en el escritorio e incluso en su cama. —Eres muy ordenada. —Y aquello fue un alago, después de todo el tenia cierta maña con la limpieza y el orden. Finalmente se sentó a la orilla de la cama de la castaña antes de que sus azulados orbes se volvieran a ella. [/code]
En cuanto ella abrió la ventana este calló de inmediato el suelo de su habitación, dándose un buen golpe en la cabeza. —D-Duele. —Se quejó mientras llevaba de forma cómica sus manos a su cabeza para sobar la zona afectada, todo eso mientras se acomodaba mejor, de ta tal forma quedó sentado. —Se que me extrañabas, por eso decidí venir. —Una sonrisa amplía se dibujo en su rostro tras sus palabras.
Con energía logró pararse rápidamente y con energía, entonces sus ojos azules divagarían por la habitación de la castaña, además su olfato se agudó, y es que el lugar estaba repleto del aroma tan característico de su amiga. —¡No vengo por dinero! —Exclamó indignado, haciendo una mueca llena de gracia. —Además, aquello fue un prestamo, cuando sea el dios más popular del mundo te lo pagaré. —Y lo dijo con toda la seguridad del mundo mientras volvía su mirada hasta Hiyori.
[code]Los días se habían vuelto infernalmente aburridos y había una buena razón por aquello, una razón que el jamás admitiría —al menos en voz alta—, Hiyori estaba presentado exámenes por lo cual se estaba distanciando tanto de él como de Yukine para concentrarse en sus estudios. —¡Ha! Ella me necesita a más a mi de lo que yo la necesito a ella. Murmuró para si mismo haciendo una mueca graciosa con el rostro mientras iba caminando por las calles sin prestar demasiada atención.
Tras varios minutos de caminata notaría donde estaba, ¡era su vecindario!, ¿cómo es que casualmente había ido a parar ahí. —Quizá deba hacerle el favor de visitarle. —Murmuró con recelo, tratando de mentirse a si mismo. Caminó un poco más hasta frente a su hogar. Trepó un árbol como pudo para poder luego saltar hasta su ventana donde apegaría su mejilla por completo al vidrió mientras tocaba con la diestra la ventana para que notara su presencia.
