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Eʟ ɪɴғɪᴇʀɴᴏ ᴍᴇ ᴘᴇʀᴛᴇɴᴇᴄᴇ. ¿Cʀᴇᴇs ᴘᴏᴅᴇʀ ᴏғʀᴇᴄᴇʀ ʀᴇsɪsᴛᴇɴᴄɪᴀ?
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As1526751 · M
Parte 1
[sep]
[code]La oscuridad comenzaba a tomar posesión sobre el firmamento, y las variadas tonalidades rojizas, naranjas y amarillas iban perdiendo terreno en el cielo. Aquel espectáculo que se volvía frecuente cada día le parecía una ceremonia agraciada para dar paso a la noche, pues toda esa exhibición le recordaba específicamente a una enfermedad que sufrían los débiles mortales; cáncer. El desfile que hacían las nítidas nubes al cambiar las tonalidades que poseían como sí se tratase de una modelo que cambiaba de vestimenta en plena pasarela, y era curioso que pensara tanto en cosas terrenales, quizá, simplemente le había tomado cariño a ese mundo frágil e imperfecto.

El azabache se encontraba recostado sobre la dura superficie del suelo de la terraza de un edificio que solía frecuentar por ser el más alto de la ciudad, siendo esta zona, su lugar idóneo para despejarse de las tediosas tareas que debía sobrellevar día a día, pero para ello tenía un personal que era más que cualificado para llevar tareas tan simples como abrir las puertas del antro cuando el reloj marcaba las diez en punto. El movimiento de su dedo índice golpeando la fría superficie del suelo marcaba sincronizadamente con el tic-tac del reloj de bolsillo que llevaba dentro de la chaqueta de cuero negro que llevaba puesta como un simple adorno, pues él no sentía particularmente frío.

Una fuerte corriente de aire golpeó su cuerpo, y sus negreceos mechones se desacomodaron revoltosamente, volviéndolos a acomodar con lentos movimientos de su siniestra mano. El clima había bajado un par de grados, las corrientes de viento se volvían más frecuentes y fuertes; todo le daba a entender que llovería pronto sobre la ciudad. Y como predijo; las diminutas gotas de lluvia no tardarían en hacer presencia, mojando de la manera más humilde todo a su paso, inclusive, un par de las mismas cayeron sobre su rostro provocando que sus orbes se ocultasen ante el húmedo y frágil tacto de la limitada vida de la gota. Si las primeras gotas habían hecho acto de presencia ya, seguramente no tardarían en llegar todas las demás para empapar toda la ciudad. Era momento de partir, no se encontraba con ánimos para entrar en un estado de humedad, así que se levantó del lugar, pero un sonido en particular le llamó la atención; el sonido característico del caminar con tacones altos. Sin prisa, dirigió su mirar a dónde provenía el ruido, observando que el causante era Ein; su asistente personal. La fémina llevaba un paraguas negro que hacía juego con el vestido lo suficientemente revelador para una empleada del demonio. La fémina se colocó a un lado del azabache para cubrirlo bajo la sombrilla, y el hombre se limitó a caminar pausado para facilitarle el trabajo a su empleada.

Un par de horas habían transcurrido desde aquel suceso, y él yacía sentado sobre el cómodo sofá de cuero que daba frente al enorme cristal que otorgaba una amplia y espectacular vista sobre la calle en la que se situaba su local. El dulce sonido ambiente de la música electrónica, más las exquisitas mezclas de alcoholes que creaba su barman y el panorama de la capital desde el confortable asiento; era deleitante para él. Dudaba que algo pudiese romper esa tranquila brecha de ocio, pero el momentáneo aumento en el sonido de la música, causó que diera vuelta dentro del mismo eje del sofá. En esta ocasión era Drei, una peliverde de estatura media que se encargaba de los asuntos sobre comunicación, y no sólo de la superficie, sino también del bochornoso lugar de donde provenía su jefe. [/code]
 
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