Saboreo con mucha suavidad y deseo los labios del fantasma, los besos que le daba siempre le fascinaban, realmente era feliz cuando lo mimaba de esa manera. - Eso debería decirlo yo. San Lang, desde que estas a mi lado, la mala suerte que siempre me acompaño por casi 800 años ha desaparecido. Creo que la buena suerte que tengo es gracias a ti. - Enredo un poco sus dedos en esa negra cabellera, a la par que acariciaba su faz, como si dibujara esos finos rasgos con sus dedos.
Se deleitó con verle sonreír de esa manera. De nuevo besó sus labios, más pausado y más profundo, y al volver a verlo su expresión no fue fácilmente descifrable: no sonreía, pero transmitía plenitud y felicidad. —Soy realmente afortunado, Dianxia.
¿Yo? - sonrió un poco nervioso al escucharlo. En el pasado pudo creer esas palabras, ya que como principe heredero siempre vistió las mejores ropas, y cuidaba mucho su apariencia, pero en la actualidad... ¿que podía tener de hermoso un humilde recolector de basura? - San Lang, si tu lo dices lo creere. - No podía darle la contraria, además creía en sus palabras, San Lang nunca le mentiría. Pero lo unico que deseaba era que el fantasma creyera en sus afirmaciones. - Ambos somos seres hermosos. - Dijo algo sonrojado pero con una sonrisa en su rostro.
Lo miró atento cuando le tomó el rostro. Por un momento desvió la mirada, sin saber por qué Dianxia debía decir esas cosas; que las repitiera no le haría creerlas más. Pero al terminar, sonrió amplio y ocurrente, y se inclinó sobre él hasta posarlo de espaldas en el suelo. —No es cierto... Dianxia es el ser más hermoso del mundo~
- Lo abrazo con delicadeza por el cuello y correspondió el beso de la forma más dulce posible. - Me alegra que te guste pero... - tomó su rostro con ambas manos y acerco su frente con la contraria, dando una mirada fija a sus ojos. - Realmente eres un ser muy hermoso, sé que es algo dificil para ti creerme, pero lo eres. Desde la primera vez que te vi en el bosque, pensé que eras un ser impresionante, y despues de ver bien los detalles de tu rostro en la guarida del apostador, lo confirme. San Lang es el ser más hermoso del mundo.
Al escucharlo, sólo pudo sonreír con suavidad. Él creía absolutamente todas las cosas que Dianxia decía como una absoluta verdad; menos esa.
Se acercó a él con una sonrisa mientras terminaba de hablar y lo acercó desde la cintura para besar sus labios y mirarlo. —Me encanta. Es una obra de arte~
Pero que cosas dices? San Lang es el ser más hermoso que puede haber. El dibujo es exacto a ti. - refuto con mucha seguridad. Realmente se esmero en plasmar los detalles de su rostro en el papel, cualquiera que viera el dibujo pensaria que era un reflejo en el espejo. - San Lang es hermoso, y es una verdad innegable.
Tomó el papel con sumo cuidado, con más cuidado del que tomaba todos los objetos milenarios y costosísimos que poseía en su mansión. Entreabrió sus labios, pero no tuvo palabras en el momento.
Después de unos segundos, terminó por sonreír con un poco de ironía. —Gracias, Gege... pero me temo que no se parece a mí. —Pausó un momento, mientras volvía a ver el dibujo—. Es demasiado hermoso. —No sabía cómo lo estaba haciendo, pero estaba logrando contener la gran alegría que le había dejado ese gesto.
Terminó las lineas principales y empezo a poner los colores, hacía mucho tiempo que no dibujaba pero la pintura estaba quedando justo como deseaba. Tiñiendo el papel con tonos rojos y negros, finalmente culmino su trabajo. - Bueno, que te parece? - Le entrego el resultado de su trabajo.
Su rostro entero brillaba, si tuviera un corazón, seguramente sentiría que se saldría de su pecho, casi como la primera vez que lo vio en ese festival.
