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*Una vez el pelirrojo fuera de peligro, el esparvus inquiere con voz atronadora al ser, el cual parecía estarse cuarteando y su piel resquebrajando, por desgaste del mismo tiempo.* ¡¿Como entraste aquí?!

*El ser tan sólo profiere una risa burlona, ante la furia del esparvus, y, con una mirada de ironía, es como si dijera que, "haga lo que haga", no podrá sacarle nada mediante el dolor.* ¿No? Veremos como supero la apuesta. O podemos enviar el mensaje dejando por fin tu cadáver, como deberías estar. *Coloca ambas manos en a los extremos de la mandíbula del la criatura, para desencajarla con la la fuerza, abriendo esta de manera antinatural y haciéndola crujir de fracturas.

A aquello, el esparvus abre las fauces propias, para rugir y, en el momento que su piel se vuelve grisácea y sus globos oculares oscurecen, al punto de ser casi el asomo de un abismo profundo, exhala lo que parece ser fuego infernal, carmesí con negro, dentro de (...)
 
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