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(...) la boca de aquel ser. El cual, comienza a retorcerse en el aire, lanzando chillidos desgarradores.

En ese estado, el esparvus, con total frialdad e indiferencia, lo tira por la ventana, hacia las corrientes de agua en el rio que corre a las afueras del castillo.*
*Una vez el pelirrojo fuera de peligro, el esparvus inquiere con voz atronadora al ser, el cual parecía estarse cuarteando y su piel resquebrajando, por desgaste del mismo tiempo.* ¡¿Como entraste aquí?!

*El ser tan sólo profiere una risa burlona, ante la furia del esparvus, y, con una mirada de ironía, es como si dijera que, "haga lo que haga", no podrá sacarle nada mediante el dolor.* ¿No? Veremos como supero la apuesta. O podemos enviar el mensaje dejando por fin tu cadáver, como deberías estar. *Coloca ambas manos en a los extremos de la mandíbula del la criatura, para desencajarla con la la fuerza, abriendo esta de manera antinatural y haciéndola crujir de fracturas.

A aquello, el esparvus abre las fauces propias, para rugir y, en el momento que su piel se vuelve grisácea y sus globos oculares oscurecen, al punto de ser casi el asomo de un abismo profundo, exhala lo que parece ser fuego infernal, carmesí con negro, dentro de (...)
HC1564418 · M
-El pelirrojo no entendía absolutamente nada de lo que ocurría en el castillo, apenas sabía que las cosas se movían de vez en cuando, otras tenían vida y que podrían ser peligrosas, fue clara su preocupación el descubrir que lo que le golpeó no era una estatua, más nunca se pensó que podría ser algo que, en su dimensión, solo podría existir en la ficción.

Apenas pudo reaccionar ante la presencia de esa criatura, solo se hizo a un costado cuando el monarca arremetió contra este. Estaba agradecido de que le salvara de eso, pero se asustó cuando este le trató de ese modo tan violento causa a su enojo. No comprendía que hacer en esos momentos, sólo se mantuvo en silencio, viendo la escena con total impotencia de no hacer nada para solucionar eso.-
*Efectivamente. Al acercarse a, donde estaba la sangre, puede olfatear el olor pútrido que la boca de alguna criatura dejó en el suelo al lamer la sangre y, no pudo evitar lanzar un improperio como cuando era asesino a sueldo y se enfrentaba a seres que le daban asco.* ¡Jodida mierda!

*Tan sólo eso, para que, "la estatua" saliese de su escondite, para intentar pezcar con sus mandíbulas el cuello del chico, al que, el esparvus, gracias a sus reflejos, aparta y oculta tras su espalda, con un brazo, mientras con el otro, toma a la criatura por el cuello, encajándole sus garras en la traquea.

Pese al daño, el ser no sangra, aunque si se mantiene inmóvil y le dirige una mirada de inconmensurable odio al esparvus.* Chupasangre hijo de puta, ¿pretendías convertirlo en tu cena? Eso amerita castigo, asqueroso cadáver ambulante...
HC1564418 · M
-Señala exactamente unos metros de allí, era claro que su sangre ya no estaba, algo que no le prestó importancia, puede que algún sirviente la limpiase sin que se percatara, no había pasado mucho en ese tiempo que fue golpeado, quizás unos 15 minutos.- Ahí...
¿Dónde vomitaste la sangre? *Inquiere con otra pregunta, deductiva, en lugar de responder la pregunta del chico. Observando a sus alrededores, como una fiera, buscando su presa.*
HC1564418 · M
¿Eh? No.. estoy bien, no te preocupes. -Le dedicó una sonrisa que ocultaba claramente su preocupación y dolor, por más que lo intente, se notaba a simple vista, más con su caminar. Apenas llegaron buscó con la mirada el objeto y para su sorpresa no estaba.- ¿No lo es? ¿Entonces qué puede ser?
*El esparvus observa atentamente al pelirrojo encogerse por un dolor que podría ser interno, por lo que musita levemente.* Después veremos que tanto daño te causó ésa cosa. *Al llegar a la parte del castillo que el chico describía, y buscar con la mirada la estatua, el esparvus no la ve en el lugar.* No es una estatua...
HC1564418 · M
Está bien... -Empezó a caminar por el pasillo hacia aquel lugar que había mencionado. Se le notaba en su caminar y más aún cuando se sostenía su abdomen, el dolor molesto causado por el golpe.-
*Al escuchar aquello, él se levanta y ordena con voz imperante.* Vamos allá.

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