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Lᴀ Rᴇsᴜʀʀᴇᴄɪᴏ́ɴ. [Rol entre Perséfone, las Moiras y Hecate, antes de la invasión al Inframundo].
 
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H1572821 · 26-30, F
La hechicera Hecate esucuchó con antención las palabras de la reina, cuando sugerió traer a la vida nuevamente a la criatura, la diosa de la magia y hechicería se sorprendió y abrió los ojos completamente.

Perse, mi niña... Lo que estás pidiendo que hagamos no es imposible pero debo decirte que existen muchos riesgos si traemos a la Hidra nuevamente a la vida. Es cierto que Hades y tú pueden traer a la vida a cualquier criatura, deidad o humano pero sus energías se debilitaran por una semana. — le explicó a la reina y continúo. — Aunque si eso es lo que quiere, mi reina. Cuente conmigo. Prepararé lo necesario para empezar lo más pronto posible.

SW-User
— Todos sabemos que fue Heracles quien venció a la criatura. Por cada cabeza que cortara, crecerían otras dos en su lugar. Pues este tonto, aplastó la cabeza principal de la Hidra y sigue debajo de esta roca. Mi propuesta es traerla nuevamente a la vida. — la reina loca les sonrió a sus huéspedes. — He leído que Hades y yo, como reyes del Inframundo podemos volver a la vida a alguien o algo, pero esto significa utilizar todas nuestras fuerzas y debilitarnos por una semana. Es por eso que quiero que me ayuden con esto. —

SW-User
Perséfone estaba fuera de su jardín, se podían escuchar las risas de las Moiras. Cuando entró, se detuvieron en seco. La reina sonrió de oreja a oreja al ver su reacción cuando se hizo presente.

— Agradecería si hicieran una mejor imitación mía, Moiras. Si quieren jugar a imitar a los dioses, no tengo problema; pero por lo menos háganlo bien. Esa fue una pobre imitación. — dijo a la vez que con su mano, aventaba las copas de vino al suelo. Perséfone se sentó en el asiento más grande del jardín. Una silla estilo gótica de color vino, con detalles de color negro que mostraban rosas con espinas y granadas.

— Sí, Hecate. Entiendo que deberías de estar haciendo tus rituales porque hoy hay Luna Llena y es precisamente por eso que decidí llamarlas. — dijo mientras con sus dedos trazaba ciertos símbolos invisibles con su dedo en la mesa de cristal.

— Señoras, ¿han escuchado hablar sobre la Hidra? — volteó a mirarlas con curiosidad.
TM1572393 · F
[code]— ¡Es mí turno! — gritó Átropos, aclarándose la garganta para poder hablar. — Me secuestraron de los brazos de mí madre, me obligaron a casarme con un dios que detesto. ¡ODIO A MI PADRE! ¡ODIO A TODOS LOS DIOSES! — imitaba a la reina Perséfone, las otras Moiras comenzaron a reír, cuando las puertas se abrieron y la misma reina del Inframundo, entró.

Las risas cesaron.
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TM1572393 · F
[code]Las Moiras no eran físicamente atractivas, eran horribles. Siempre se cubrían sus rostros con un velo negro, para evitar que los demás las vieran. Las hermanas hilanderas comenzaron a pelearse entre ellas y terminaron riendo, haciéndose cumplidos entre ellas mismas de lo bien que imitaban a dioses. Dejaron de reír y voltearon a ver a la diosa de la magia y hechicería cuando les hablo.

— Tú y tus hechizos, Hecate. ¿No podrías hacerlos otro día? Solo pasas sentada bajo la luna sin hacer nada. — dijo Átropos.

— ¡Sí! Haces menos que el rey Hades — se burló Cloto. Y todas comenzaron a reír al unisono. Ignoraron por completo a la deidad nocturna y comenzaron a jugar nuevamente entre ellas.

...
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[code]En el jardín de la reina, las Moiras habían estado bebiendo unas cuantas copas del vino creado por el hijo de la misma, Dioniso. Habían llegado desde temprano, pues cuando la reina se enojaba con ellas, le pedía al can guardían, Cerbero; jugar con el ojo de ellas como si fuese una pelota. Ese ojo era lo más importante que tenían ellas. Aparte de beber, las Moiras se encontraban riendo entre ellas, una risa que era distinguible de ellas y que hacía temblar a varios. Estaban jugando a imitar a algunos dioses.

— Me va, me va... ¿Quién soy? — dijo Átropos mientras imitaba que remaba, las demás riendo por su pésima pero magnífica actuación.

— ¡ERES CHARON! — contestó Láquesis, lanzándole una copa de vino.

— Me va, me va. Es mí turno y espero que adivinen. — dijo Cloto, fingiendo peinarse y maquillarse, lanzando unos cuantos coqueteos.

— Afrodita, te salió idéntico, especialmente por la belleza. — se burló Láquesis por la fealdad de su hermana. [/code]
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[code]Cloto, Láquesis y Átropos pasaron todo el día hilando los hilos de todas aquellas personas en la tierra que debían morir. Cloto era la encargada de sostener la rueca, Láquesis era quien elegía los hilos y los colocaba en la rueca para darle vueltas al huso, y por último pero no menos importante; Átropos usaba unas finas y grandes tijeras para cortar los hilos. Era lo que hacían día con día, a no ser de que algún dios tonto fuera con ellas para pedir una visión del futuro. Era ahí cuando ellas dejaban su tarea y consultaban su ojo para poder dar una respuesta, con un precio. El precio que pedían las Moiras era unas cuantas gotas de sangre. ¿Para qué eran? Les hacían creer a los demás que eran para consultar, pero el fin de esto era para usarlas a su conveniencia después. Tenían varios frascos en sus aposentos, con sangre de varios dioses ya. ¡Qué tontos habían sido quienes accedieron a darles su sangre!

...
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H1572821 · 26-30, F
evitar que oídos no queridos fueran a escuchar la conversación y/o asunto a tratar entre las presentes. Hecate volteó a ver a las Moiras, acercándose a ellas y mirándolas de reojo. Estas tres deidades no le causaban algún temor, al contrario, les tenía cariño.

Moiras, ¿ustedes saben la razón de esta reunión? Hoy hay luna llena, y me es de importancia marcharme para poder realizar mi ritual y obtener la energía de nuestra madre la Luna.
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La diosa de la Luna, Hecate había pasado toda la noche anterior en el recinto de las hilanderas del destino, las Moiras. Aquellas mujeres que representaban las etapas de la vida misma, así como eran las encargadas de hilar los videos de la vida de cada ser en el planeta y darle fin. Fue la reina del Inframundo quien había invocado una reunión de urgencia con aquellas deidades. Hecate asistió sin preguntarse la razón de dicho encuentro, la diosa lunar le era fiel a Perséfone desde que Hades la raptó y separó de los brazos de su madre.

Hecate se encontraba observando desde el balcón del jardín de la reina los ríos del Inframundo. Quería bajar para poder tocar al agua de dicho cuerpo de agua y tener contacto con aquellas almas que viajaban en aquellas aguas, obtener sus energías y poder recargarse de ellas. La diosa se quedó mirando el cielo, cerró los ojos y murmuró un hechizo, de pronto una brisa recorrió el jardín de la reina. Hecate sonrió, pues había lanzado un hechizo para ...

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