31-35, M
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Sapphire666 · 100+, F
*Sin saber el cómo o de qué manera el joven se percató, la niña resguardó silencio bajo la manta por aquel regaño y gritar del azabache. Sus orbes no se humedecieron, pero si sintió miedo por cada acto de su adulto compañero, estrujó en sus brazos a la suave muñeca de tela que llevaba en un principio dentro de su pequeña mochila escolar, indudablemente sentía mucho miedo por lo que fuese a suceder al día siguiente, ¿que es lo que le espera más adelante?, ¿acaso cometió un grave error al haber escapado del instituto?, ¡Claro que no!, ningún sitio como aquel se puede comparar a la presencia y hogar del terrible joven que le acaba de gritar.*
*Confundida se encontraba, y en parte triste, a sabiendas que él no la quiere a su lado, siendo eso fácil de deducir, puesto que escuchaba parte de la conversación que apenas y se logra percibir detrás de la puerta. Evelyn suspiró, adentrándose dentro de la manta.*
- Tengo mucho miedo.
*Masculló para sí misma, cerrando sus orbes hasta que la somnolencia hizo su trabajo y dejándola perdida en el letargo. Las nocturnas horas transcurrieron sin mayor auge o problema, pero de pronto, la niña volvió a despertar por aquel sueño amargo lleno de pesadillas encaminadas al sitio del cual escapó horas antes de encontrarse con el asesino, por consiguiente con el joven. Su corazón latía con fuerza y unas gotas de sudor estaban en su frente, denotando cuan terror sintió en ese sueño, por fortuna y/o desfortuna, ya no se encontraba en la escuela, sino en el oscuro y silencioso apartamento del azabache. De momento, se levantó del sillón y se dirigió a la cocina, prendiendo un momento la luz para buscar dos objetos: un cuchillo y algún alimento, puesto que tenía hambre y no había comido bocado desde hace horas. Buscaría primero en las puerta del refrigerador, pero no había nada que no fuesen algunas cervezas o alimentos crudos que deban cocinarse, después cerró de está y continuó buscando en las puertas de la alacena, encontrando por fin un poco de pan de caja, y lo más importante, un largo cuchillo que no dudó en tomar y llevárselo consigo.*
*En espera de que el chico no vuelva a percatarse de su actual actividad, Eve comió con rapidez algunas rebanadas del pan, volviendo a poner todo en su lugar y regresando al sillón, guardando consigo el cuchillo de manera que él no se percate. En su siguiente acto, se acuno de nuevo intentando recuperar el sueño hasta lograrlo, así mismo el amanecer no demoró en llegar y alumbrar con su tersa luz el cielo.*
*Confundida se encontraba, y en parte triste, a sabiendas que él no la quiere a su lado, siendo eso fácil de deducir, puesto que escuchaba parte de la conversación que apenas y se logra percibir detrás de la puerta. Evelyn suspiró, adentrándose dentro de la manta.*
- Tengo mucho miedo.
*Masculló para sí misma, cerrando sus orbes hasta que la somnolencia hizo su trabajo y dejándola perdida en el letargo. Las nocturnas horas transcurrieron sin mayor auge o problema, pero de pronto, la niña volvió a despertar por aquel sueño amargo lleno de pesadillas encaminadas al sitio del cual escapó horas antes de encontrarse con el asesino, por consiguiente con el joven. Su corazón latía con fuerza y unas gotas de sudor estaban en su frente, denotando cuan terror sintió en ese sueño, por fortuna y/o desfortuna, ya no se encontraba en la escuela, sino en el oscuro y silencioso apartamento del azabache. De momento, se levantó del sillón y se dirigió a la cocina, prendiendo un momento la luz para buscar dos objetos: un cuchillo y algún alimento, puesto que tenía hambre y no había comido bocado desde hace horas. Buscaría primero en las puerta del refrigerador, pero no había nada que no fuesen algunas cervezas o alimentos crudos que deban cocinarse, después cerró de está y continuó buscando en las puertas de la alacena, encontrando por fin un poco de pan de caja, y lo más importante, un largo cuchillo que no dudó en tomar y llevárselo consigo.*
*En espera de que el chico no vuelva a percatarse de su actual actividad, Eve comió con rapidez algunas rebanadas del pan, volviendo a poner todo en su lugar y regresando al sillón, guardando consigo el cuchillo de manera que él no se percate. En su siguiente acto, se acuno de nuevo intentando recuperar el sueño hasta lograrlo, así mismo el amanecer no demoró en llegar y alumbrar con su tersa luz el cielo.*