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Hubo un tiempo en que quisieron destrozar todo lo edificado por su creador, pero bastó ese momento para que dentro de ellos se desollara su total autoridad. Esa sola e insigne sonrisa perfilada prolongó el sentido de su existencia. Habían descubierto que a través de la sonrisa podía ganarse el paraíso.

Entonces, y sólo entonces, abrieron la boca, o más bien lo hizo aquel caparazón de fragante nevada hermosura en el que vivían. Revelaron los colmillos venideros de seis cabezas desprendidas desde sendos coloridos. Fue un etéreo evento. El sepulcro que era, la vastedad que integraba su dolencia hecha poesía, bastó para arrancarles un espectral chillido.

Porque la sola acción cometida contra ellos, esas preguntas, esas creaciones a partir de las intercambiadas palabras, arrancaban los rostros que ellos mismos habían ocultado sabiamente dentro de sí. Una sonrisa, un gesto breve, perfiló en el rostro del caparazón cuyos ojos se agitaban conmovidos cuál canicas.
'
---¿Nos reconoce
**El azabache sonríe ante los susurros de alrededor, revelando así su dentadura; rasgo que lo identifica como un ser que carece de humanidad. Incluso algo que está diseñado para destruir a los mismos. Pues la misma, es afilada, extraordinariamente blanca y brillante, como si se tratase de las fauces de una bestia.

Sin embargo, aunque está encantado, no necesita de profundizar en aquello, para intuir que, quizá la intención sea encantarlo. Podría ser una trampa a su ser. Ya ha visto suficientes trampas en los abismos, o incluso en el mundo que lo ha visto nacer. Y sabe que nada puede encantar sin tener alguna intención retorcida con ello.**
---Hermosos. Hermosos. Hermosos. Hermosos. Hermosos. Hermosos. Hermosos.

Sisearon, susurraron, chillaron, se deleitaron con todo lo que vivían en ese momento. Esa afirmación venida desde la voz que arranca tórridos rugidos a su integridad.

---Caos y muerte. Caos y muerte. Caos y muerte. Caos y muerte. Caos y muerte.

Rugió. Rugió. Rugió. Rugió. Y se encogió en si mismo, y de tal modo, que parecía que su deseo era el deleitar al otro con la semejanza teatral de una contorsión diabólico.
Si es verdad aquello, no imagino cuan hermoso debe ser. Apuesto que dejaría sin aliento, incluso a un desalmado ser; que guarda el mismo abismo en su más recóndito interior. Y que busca sacarlo o hacerlo estallar entre caos y muerte sin iguales.~

**Replica el joven, en respuesta; con cierto deleite y gozo. Tan sólo de presenciar que no fue la voz del ser que tiene enfrente. Sino algo más.**
---Una forma digna de alabanza, a la hechura de la tempestad de los sentires. Orgullo del hálito viviente que mana del hijo del soñador, bien y mal unificado, partido en seis rostros de pintas indolentes. Y cuyos ojos persiguen a las estrellas de fina seda.

Emitieron entre firmes susurros dejados tan cerca, tan cerca, que podían pintar con temperas a los astros pudientes en los cielos.
Si es algo artificial... ¿cuál es l verdadera forma, entonces~? **Inquiere el azabache, con cierto tono jocoso.**
---¿Le gusta lo que ve? ¿Si le decimos que es algo artificial lo creería?
Demasiado curioso...~

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